NIÑOS DEL BANDO VENCIDO
Los niños que nacimos en el bando vencido
del lado vencido del mundo
necesitamos una tía María Rosa
que se tome muy en serio la alegría
porque los padres del bando vencido
están ocupados con la tristeza
porque la tristeza de este bando
siempre tiene razón.
Pero los niños del lado vencido del mundo
también queremos armar trincheras
aunque nunca podamos repetir esa palabra
ni en el colegio ni en la plaza ni con los vecinos
y saber dónde queda ese lugar “exilio”,
o qué magia hizo desaparecer al tío, desaparecido,
aunque nunca nunca podamos repetir esas palabras
ni en el colegio ni en la plaza ni con los vecinos.
Cuando los niños del bando vencido
crecemos con estos adultos tristes del bando triste
del lado triste del mundo,
requetenecesitamos una tía María Rosa
que nos enseñe a guardar esas palabras tristes
que no hay que repetir nunca nunca re mil nunca
en el fondo triste del lado triste del canasto de los juguetes
y nos lleve en los días soleados
a chupar cañas de azúcar y a comer uvas de la parra
aunque comer frutas sin lavar esté prohibido
y en los días lluviosos
a escondernos en trincheras de almohadas
y cantar palabras contentas de María Elena
aunque también estén prohibidas.
Todos los niños que nacimos en el bando vencido
del lado vencido del mundo
requetemilnecesitamos una tía María Rosa
para nunca nunca tener miedo
a la oscuridad
ni a las palabras
ni en el colegio ni en la plaza ni con los vecinos
para ser por un rato niños del bando feliz
del lado feliz de la tristeza del mundo.
MARIPOSAS DE CORAZONES
Mi mamá casi siempre está triste.
Tiene una forma triste
de hacer el desayuno,
cortar la cascara de mi pan,
atar mis cordones y escuchar a papá.
A veces, también, cara enojada.
Cuando deja sus apuntes para atenderme
o deja de hacer alguna cosa,
yo siempre la interrumpo, parece
si tengo hambre o si me caigo
¡¿mirá lo qué te hiciste?! curando mis raspones,
y mi papá desde lejos, que no es nada
siguiendo con lo suyo.
Mi mamá, sana sana con sus manos
dibuja en mi rodilla mariposas
uniendo dos corazones por las puntas.
Mamá tiene cara contenta
cuando vienen sus amigos.
Mamá les dice “compañeros”,
ellos también le dicen “compañera”.
Mi papá y los compañeros hablan
y hablan en la mesa.
Uno de ellos me dice “mi princesa”,
yo le digo tío Daniel.
Es el único que me mira con cara alegre
como si yo no interrumpiera nada.
Mi tío Daniel se levanta y ayuda a mamá.
Ella tiene una forma contenta
de hablar con él en la cocina,
lo escucha y ríe
y le pone la mano en el pecho.
Después se callan y se miran.
Él se sienta al lado de ella
y con los dedos en la espalda
le dibuja mariposas de corazones.
GRACIAS SHARON, QUERIDA
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