miércoles, 30 de septiembre de 2020

2 poemas de Daniel Rafalovich (Santa Fe, 1958)

 Lunas y vendimias han pasado
y ahora me pregunto:
¿qué hacías aquella noche
sentada en ese umbral
en una calle desierta, fría
(tu largo negro abrigo
corrido el rimmel de tus ojos
tus ojos enrojecidos mínimos
tu mirada vacilante como un claro espejo
tendido hacia la nocturna luz
del universo)
balanceándote, instintiva,
en un sillón-hamaca imaginario
diciéndome (así, sin anestesia)
"te esperaba"
"tengo sueño"
y "mirá que loca, esa luna"
justo a esa hora
en que la noche del sábado
hierve de máscaras, poses,
ansiedades
y algún dios-cicerone
me regalaba un instante
una noche
un instante
de verdad?



HE SOÑADO MIL VECES...

He soñado mil veces
con un salto en el tiempo.
He visto extraños desfiles
sobre pasarelas de cristal
en espirales ascendentes.
He tenido sueños concéntricos
(despertaba 
y el sueño seguía allí).
Sueños prehistóricos
en busca de algún fuego.
Sueños medievales
tras un cáliz mitológico.
Sueños con enormes Palacios de Justicia,
entre pasillos selváticos.
También hubo casas desconocidas
en un conocido sur
(y un lago encrespado
y un altillo con libros en desorden).
Y un extraño recital poético
en una suerte de burdel
a cielo abierto.
Y presencias queridas
amor y vino
parpadeos galácticos
cuchillos maquillajes
susurros profecías reflejos
sed sexo caravanas 
amenazas intangibles.
Y, claro, esa caída sin fin
(tan propia de los sueños)
que precede al momento
en que los ojos se abren al abismo.

martes, 29 de septiembre de 2020

2 poemas de Alejandra Bosch (Santa Fe, 1967)

Mi padre estrelló su auto
apenas tenía edad para ser
joven y tomar vino
tinto y jugar billar.
Mi padre fue atropellado
fue destruido por un borracho
estrellado su corazón
sobre el volante
apenas tenía edad para
acunar a mi hermana pequeña
para llevarnos al parque 
a navegar en la lanchita a pilas
para vender libros
para ser metalúrgico
para ser amante 
amigo e hijo
apenas si podía imaginar el mundo
con televisión.
Pero él se transformó en héroe
y todos fuimos a su funeral
y soltamos pájaros
entregamos flores
y repetimos su camino
salimos a buscarlo
no sólo Telémaco.
Pero mi madre fue a la guerra
pero mi madre recibió los golpes
pero mi madre sudo y lucho
parió con dolor y dio sus horas
su bella cabellera por dinero
sus noches sin comida
fueron suyas
pero mi madre fue juzgada
y ella salió de ltaka
nunca esperó 
tomó a sus hombres
y se quedó sola ante la muerte
como sólo una diosa lo hace
hoy es mármol y leyenda
recuerdo y literatura.
Pero de mi madre
diré siempre
en mi cuerpo y sus marcas.



_____________________

Seré una más bajo la tierra
voy a pedir, atiendan todos
aquellos que me aman
descansar de tanto trajinar
por nada, junto a mi perro.
Van a decir, siempre haciendo
esto o aquello, solo para diferenciarse
nada de eso amigos, nada
tan común es amar a un perro
sin culpas, sin espejo
sin deuda.
Voy a pedir que en mi tierra
estén las mismas flores 
que riego hoy
nada de ramitos comprados 
para la ocasión, a las apuradas
porque hay que ser gentil con los deudos.
Si digo algo sobre ellos
sepan que no habrá
mi hijo es un aire fresco
y como cualquier brisa
que entra ventilando los espacios
sale a la carrera por alguna ventana
y se pierde en el universo
del argón
y sigue siendo paraíso.
A las personas que en vida no quise
sepan que no es necesario ser amables
a quien le puede importar ahora
lo que no interesaba antes
no vengan.
Estoy ahora mismo pensando en mi descanso
soñando con la fiesta del reencuentro
no tengo la menor prisa
debo decirlo
no crean que soy necia
estamos bien
nos amamos
lo demás no importa ahora
aviso que será con mi perro 
la escapada final y el abrazo.

lunes, 28 de septiembre de 2020

2 poemas de Matías Roque (Bahía Blanca, 1983)


Decime algo
que no sepa

el mar cura
el beso mata
pero ese amor
no estuvo
ni cerca.

No calentés
el café siempre
está mejor
cuando se bebe 
en silencio.

Pensé en vos
una noche
que pasó un cometa
y le pedí que
no vuelvas.

No quiero
esperar mas.   









¿Qué rayos eran esos que iluminaban mi noche?

Aún conciliando el sueño
de párpados atentos
al ritmo de luces
sonoras, espaciales...

pensaba en mi futuro
como un nudo de supersticiones
ajenas y misteriosas.

No quiero que llegues
futuro sin complacencia.

Prefiero este presente
de incertidumbre
ansioso regalo
de un día sin tiempo.

Elijo lo que me toca
nunca con resignación
no creo en destinos pulidos
como en estatuas de mármol
o bronce.

¿Qué haría Hércules
si no usaba su fuerza?

domingo, 27 de septiembre de 2020

2 poemas de Sara Olivas (Valencia, España, 1993).


CONTARLO TODO

Contarlo todo
a través del silencio.

En las equinas de esta casa
están mis seis años gritando:

-Mamá, vuelve.

Todo.
Contarlo todo.

Pero en esta casa ya no se oye nada.

Silencio.

Mis seis años se han ido y no vuelven.

Mamá tampoco.







MAMÁ

Mamá
te llamo para pedirte algo o nada.
Te llamo mamá, Madre,
aún pudiendo reclamar la atención de tu nombre o quererte madre
o desconocida de quien bebí la vida.

Mamá
tienes un ángel en el nombre y un demonio en la sombra de la última vocal.

Mamá
pocas veces me has besado porque mi frente lleva escrita tu abandono.

Mamá
has cosido tu boca con la incertidumbre 
de un mañana que no existe
y me has hecho tragar la aguja.

Ni el agua pasa, ni la saliva pasa, ni grita mi garganta 
para llamarte
 
¡MAMÁ! 

En tu silencio habita la voz de la culpa escondida 
en las trenzas cortadas de tu infancia. 
Quién fuera niña hoy para amputar las manos 
a quien arrancó tu uniforme bordado y lo ensució
con la misma sangre que os une.

Mamá
no culpes al eco dormido entre algodones de la niña que ya nació herida en tus entrañas.
¿Por qué engendraste en mí el odio de quien no aguanta el peso de unos ojos 
incapaces de sentir una tristeza que no le pertenece?

Mamá

Te llamo para quererte
aunque sea tarde.

sábado, 26 de septiembre de 2020

2 poemas de Debret Viana (Buenos Aires, 1981)

oh, lo bien que la hubiéramos pasado
si vos no fueras vos
si yo no fuera yo
      o si al menos nunca
      nos hubiéramos acercado    
qué hermoso 
pudo haber sido todo
si yo no hubiese descubierto en vos
                      algo 
      que siempre me faltó
             y que vos
                    no tenías
qué fácil hubiese sido decir adiós
              si vos
no lo hubieses dejado
       para que lo encontrara 
mucho mucho tiempo después
            de que te fuiste.




_____________________________

nos parece que las flores
        están desde siempre
pero los primeros dinosaurios
surgieron hace 225 millones de años
y se extinguieron antes
      de que en el planeta floreciera
      la primera flor.
nuestra eternidad es breve
donde te rompan las bolas
        no te detengas
donde no haya wifi
no te demores
somos una partícula de nada
flotando hacia ninguna parte
carne que siente y sueña
          a punto
         de ser pulverizada
lo que importa es saber
        que nada importa
salvo dos o tres cosas
que no vas a decir a tiempo
y la belleza del gesto
 con la que te despidas
de todo el amor perdido
que no supiste abrazar.

viernes, 25 de septiembre de 2020

2 poemas de Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972)

(De su libro Agujeros en la superficie (inédito).

Si fuéramos agujeros en la superficie,
lugares para entrar hacia el sonido
de la campana o de las alas de los insectos,
si guardáramos el borde de cada día,
esa canción que se repite
del otro lado de la ventana 
y acerca a las niñas que creíamos ser,
tal vez no volveríamos a otro recuerdo
que no fuera lo que ardía antes 
de la primera partida,
de la primera voz sin recovecos.
Ella dijo: “¿Cómo te despides de alguien
si no sabes por qué se fue?”.
La búsqueda sigue siendo ese arco
de nueva resurrección.




Si la belleza es una forma de resistir, la osadía 
de salirse del plan oscuro de los pocos, 
vemos las marcas de su persistencia en cada esquirla,
cada pacto para producir la dicha, el espesor
de la mirada sobre las partes, los pequeños
detalles de lo otro, las cúspides, los talones invisibles,
el paño húmedo sobre la frente cuando
ya no hay fiebre que pueda quebrar la realidad
de los mandados y las penas a secas.

jueves, 24 de septiembre de 2020

2 poemas de Marisa Cascallares (La Pampa, 5 de agosto de 1966)

                                                                      “La anciana que seré me quiere más
                                                                                                                   que yo."
                                                                                                    Raquel Lanseros


a veces la imagino

deja ya las viejas manías
esas rutinas que 
corrompen el tiempo
parece decir  
mientras mueve su cabeza 
y me mira

junto a la ventana 
que ahora le pertenece
mece su cuerpo cansado
mira hacia ningún lugar
el horizonte es 
una línea trazada 
en su corazón 

se olvidó del miedo
y sus demonios
los días pasan 
como en la infancia

en la íntima paz del deseo
es dueña
de las palabras vedadas

redimió su voz

la anciana que seré
pasa en limpio 
los borradores olvidados



_______________________________

preferir 
el golpe seco del hacha 
que parte en dos 
el tronco 

y no esta agonía de 
soltar 

las palabras 
una a una  

                             (una marca de olvido, 2020)    

                                          

miércoles, 23 de septiembre de 2020

1 microrrelato de Jonathan Ehrhorn (Friburgo, Alemania, 1994)

 DE AVES Y HUMANOS

El canto de un pájaro de plumas naranjas lo despertó bien temprano, mientras el resto de la
comunidad aún vagaba en sueños por selvas, montañas y ríos propios.
Salió de la choza recordando las palabras de su compañero: “Tiene que ser algo especial”. Con
esto se refería a la ceremonia de la que ambos serían protagonistas.
Siguió al pájaro naranja media hora hasta perder su rastro. Pero otro se le apareció ante sus
ojos oscuros, rebosantes de curiosidad y determinación.
Al ser de plumaje verde, le costó seguirlo entre las copas de los árboles. La luz del sol ya no se
filtraba entre muchos de ellos, y la selva se le fue tornando al joven opresiva e impredecible.
Una mínima alteración de ramas llegó a sus oídos y, sin pensarlo, se dio vuelta retrocediendo.
No vio un leopardo, sino un pájaro de plumas violáceas que empezó a cantar una melodía
nunca antes escuchada.
Así inició el tramo más difícil de su camino: volver a la aldea recordando lo más posible de la
melodía.
Esa noche, cuando él y su compañero terminaban de presentar la canción compuesta en
conjunto, humanos clamaron sus nombres en señal de gratitud, y aves agitaron las alas con
fervor.


Podés encontrar más contenidos en sus redes:
FB: Jonathan Ehrhorn

IG: @jonaehrhorn







martes, 22 de septiembre de 2020

2 poemas de Matias de Rioja (Río Negro, 8 de septiembre, 1981)

RECAÍDA

Fue dura la abstinencia.
El cuerpo me temblaba.
lloraba a diario,
algunos amigos se cansaron
de mis mentiras,
mis recaídas,
hasta yo dudé de mi,
pero hoy puedo decir
que estoy limpio.

Sí, estoy limpio.
Fueron setecientos días.
Siento que merezco mi medalla.
y el aplauso del grupo de
neuróticos anónimos.

Ya no entro a tu muro,
no miro tus historias de instagram,
ni tu última hora de conexión.
Ya no paso por el bar donde
nos conocimos,
ni me tomo el colectivo
para ir a nuestra plaza.
Apenas si te sueño.

Y ahora que ya no te siento en mi cuerpo,
ahora que pasaron los temblores,
y la sed insoportable por verte,
ahora que finalmente me desintoxiqué,
siento que es hora de volver a intentarlo.

Pero quizás antes,
debería mandarte este mensaje por privado.
Si, eso.
Entrar un segundo por un instante a tu muro.
Ver una foto,
una sola,
mandarte este mensaje.

Aunque ahora me duela la panza
viéndote sonreír en esa playa,
y me transpiren las manos mientras te escribo,
y me vuelva a preguntar por qué,
y le diga a mi amigo que estoy en casa
mientras me subo al colectivo,
y me siento en nuestro banco de la plaza
con la esperanza de cruzarte,
y me repita temblando que fueron
casi setecientos días sin pensar en vos.



PRIVILEGIOS

No sé escribir con la furia
del hambre,
con la piel rajada de frió,
escribir como los que
nunca pudieron ver el mar
ni calentarse junto al fuego.

Desconozco cómo es escribir
con las manos ampolladas,
con el cuerpo cansado,
con el barrio sangrando,
y para ser honesto,
no pretendo hacerlo.

Porque lo que me duele,
y me conmueve
es la conciencia de que
el mundo empieza fuera de mi,
y desde ahí,
busco y escribo.

Porque quizás el azar,
acaso el destino,
-pero nunca el mérito-
me parió del lado
de los intactos.

Los del plato lleno,
la cama abrigada,
la mano caricia
y no golpe,
la ternura como suelo.

Pero este privilegio,
esta suerte de
que la hospitalidad
haya sido la norma,
y la hostilidad la excepción,
me obliga a no ignorar
el sufrimiento ajeno.

Porque hace tiempo
entendí que nadie
se salva solo,
que la vida no puede
ser sólo la posibilidad de algunos,
que no hay deseo cuando
hay hambre,
y que el mundo no debería
ser jamás
patrimonio de unos pocos.

Por eso,
aunque no escriba desde la furia,
ni desde el frío,
ni desde el hambre,
escribo con el dolor de los que me duelen,
con los dañados y los rotos,
escribo mientras la insurrección avanza,
y hasta que todos los privilegios
-incluido los míos-,
caigan.

lunes, 21 de septiembre de 2020

2 poemas de Valeria Pariso (Buenos Aires, 1970)

14
Deseé un mundo con todas las ganas.
¿Qué hacer, siglos después de
que nos fue concedido
el pavor de un amor
que aprendió a decirse?
Yo no sé. No sé.
Como parte de mi ofrenda
te entrego este aturdimiento mudo.
Estoy callando con todo
lo que se grita en mí.


Ya ves,
no es más trabajoso que hacer un barco
o desplumar un pájaro.
Finjo la quietud de la sangre.
Mi silencio no te reconoce.


Con ternura de abrigo
te devuelvo al misterio.


(Del libro “Del otro lado de la noche” Ediciones El Mono Armado)




7
No hablar de la tristeza.

No cantarle.

Desarroparla.

Quitarle el agua.

Volverla un perro puro hueso.


Y luego,

atarla a un poste de luz en plena calle.

Sabernos malos.

Ser crueles con el pobre animal de la tristeza.

Dejarla.

Irnos: sin sombra, sin llanto, sin correa,

sin más remordimiento ni esperanza,

sentir cómo es un cuerpo que no pena,

qué tan liviana un alma sin recuerdos,

cómo se muere más cuando no duele.

(De “Triza”, Ed. Detodoslosmares, 2017)

domingo, 20 de septiembre de 2020

2 poemas de Eduardo Espósito (Buenos Aires, 1956)

DECIME

Dios
¿qué es este jadeo
a cielo abierto como el
de un enorme colibrí
alrededor de tu imagen
privando
para siempre al mundo
de su noche más fiera?



KANTIANA

Afortunado el poeta
que ve cruzar el río de la vida
bajo sus pies descalzos
y no atina a mojar
ni una uña siquiera
en los espejismos que traduce
y no llora
al ver el cadáver de su madre
braceando inútilmente
en las simpatías del agua
y no ríe
con la locura de sus hijos
esos guijarros de intensa claridad
y desmonta la risa en sus venenos
y retroalimenta el llanto en un milagro
para finalmente almorzar solo
clavarse un vino
y hundir el cuerpo en su estrella para siempre.

sábado, 19 de septiembre de 2020

2 poemas de Marcelo Luis Dughetti (Córdoba, 13 de octubre de 1970)

mi hija
sentada al borde de la infancia
con un sombrerito de diario
y zapatillas de raso
nos mira trabajar la angustia

la madre 
canta sobre la máquina
y el fuego de la estufa 
se duerme

ahora 

los tres 

la niña 
desde el borde

la madre 
desde la máquina

y yo 
desde el silencio

oímos caer la tarde

como si lloviera.




__________________

me asombró la manera en que lo dijiste
"no querés una plantita,
algo para cuidar
algo para ver crecer 
y que sea tu vida"
no 
no quiero eso 
quiero herramientas
quiero llenar mi casa de destornilladores 
pinzas pico de loro
tenazas que trituren huesos
sacacorchos para mis ojos
una bella lima para mi corazón
tornos donde moldear las emociones hasta dejarlas como un cubo 
morsas para apretar fuerte
la palabra maricona que me sale cuando oscurezco
y clavos para pegar todo
y trinchetas para cortarme los brazos
también martillos muchos martillos
que no falten encada rincón martillos y cinceles
por cada paso que de en esta casa 
de ahora en adelante
daré un golpe
un golpe por cada paso
y con martillos siempre nuevos
que todo se derrumbe
quiero ver los escombros de lo que dicen existe
más y más herramientas
en cada escalón 
atrás del inodoro 
en las macetas de la terraza
secas reventadas por el sol ahora 
habrá esos hijos de las ferreterías
y ni un perro. ni el amado paso de la clorofila
nada que me indique algo de la vida pasada
porque yo he mandado escribir en el dintel
que abandonen la esperanza
y les juro que es el mejor regalo que pueden hacerse.

viernes, 18 de septiembre de 2020

2 poemas de Mirta Beatriz Vignatti (Santa Fe, 20 de septiembre de 1967, reside en Italia desde 2001)

CUATRO VECES CUATRO
Aquel minúsculo cuerpo gris
de volátil domesticado,
imperturbable guardiano
sobre la hierba húmeda.

Como un perfecto equilibrista
con una sola extremidad
dibujabas un lineal número cuatro
bajo el médano de plumas blancas,
que no pueden escribir.

Cuatro,
como las veces que el jardinero
recortaba tus alas,
cada año,
para retenerte en mi territorio de infancia.

Tus ojos
pedían con roja clemencia
la certeza de nubes de lombrices,
pasajes subterráneos,
hormigas hambrientas de carnosos pétalos,
pero me quedaba allí
mientras en silencio
interrogabas mi despiadada inmovilidad. 




JUZGÁNDOTE
La nota desalineada 
de una sinfonía faltante
fue aquel beso robado 
con prepotencia francesa,
por manos que sabían de narcóticos y
naufragios,
de arrogantes citas
a las dosmildocientas en bares anónimos
Tu que atravesabas nubes
y frecuencias de radioaficionados
para circunscribir territorios sonantes.
Engaño feroz en piel mimética.
Tu última carta con escasa tinta azul
suplicaba
en minimalista negro sobre blanco 
de encontrarte,
entre montañas nevadas
y árboles de manzanas en flor.
Un pasaje de ida
que he destruido,
una escalera de mármol 
sin darme vuelta atrás.
Escapar de la más atroz recitación.
Tú has asesinado,
lo siento en todo el cuerpo,
y desde lo alto de los cielos argentinos 
te sentías invencible.


jueves, 17 de septiembre de 2020

2 poemas de Norman Engel (Buenos Aires, 11 de noviembre, 1976)

INDIFERENCIA
Ella quiere animarse,
él está cómodamente;
se busca constantemente,
un dogma para amarrarse .

Ella quiere liberarse,
él está impasible;
se refugia en un mundo insensible,
sin tiempo para alegrarse.

Él huye de la vida,
ella sólo la ve pasar,
y con tremendo pesar,
no encuentra su alma perdida.

Ella quiere sonreír,
él no tiene humor ;
profesa que es sólo sudor,
el propósito de existir.

Ella quiere sentir,
él no tiene sabor;
se aparta con sumo temor,
de la aventura de vivir.

Él se esconde de la alegría,
ella busca sin encontrar,
y amarga su paladar,
probando indiferencia día tras día.




LINYERA
Del sol eterno vagabundo,
paso tranquilo y sin horarios;
su hogar abarca todo el mundo,
y en él lo justo y necesario.

Siempre a la vera del sendero,
bicho de vida solitaria;
y en la ciudad un forastero,
de cultura anti monetaria.

Perros y gatos compañeros,
lo rodean de amor sincero;
y un alma libre de ataduras,
toma al día como aventura.

Como un sabio de la simpleza,
el deambula sin documentos;
no concebirá su cabeza,
maniatar nobles sentimientos.

Vinos y porros en la vía,
sus aliados del día a día;
doctrina de vida al antojo,
su dogma para abrir cerrojos.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

2 poemas de Natalia Bericat (Buenos Aires, 21 de agosto de 1978)

UTOPÍAS
no existe el día
ni el instante
en el que deje de soñar
que las mariposas
son eternas.




FEMICIDIO
Alma de mujer asesinada
es lo que queda
hebras de golpes
y carne
lo que dejaron
las aves hambrientas
en el piso.
Sangre violada
convertida en tajos
monstruos oscuros
que desgarran
las alas de tu cuerpo.
El vidrio chorrea pedazos
de heridas
de gritos;
sos una placa en rojo
frente a los ciegos
sos un número
que repiten
frente a los sordos.
Lloran las manos
que te vieron crecer
que te vieron volar;
los susurros de tu aliento
ruegan
suplican
por el corazón
de la madre que te parió.
La tribu escucha
y se prepara;
somos la llama
que cerrará la cicatriz
de tu pecho;
la quemaremos a gritos
la fundiremos a fuego
para que tu quejido
se escuche
en cada capa de la tierra
y rompa los tímpanos
y las uñas
de los culpables
de este dolor.

martes, 15 de septiembre de 2020

2 poemas de Esteban Gabriel Duarte (Chaco, 14 de diciembre 1990)

 AUSENCIA INTACTA 
Aún sigo durmiendo 
de un sólo lado de la cama.
Conservando mi espacio, 
                              mi pausa.
Sin rozar tu lugar, 
tu océano infinito.

Es verdad
que las veces que estuviste
se extinguieron los límites.


Tu mano traspasando mi piel 
hasta llegar al volcán sangriento.
///Tengo memorizados tus lunares 
empiezo a lamerte las venas//.

Devoro al amor, 
a la acaricia que adormece 
mis fantasmas.
Los devoro como flores
que me dejaste astilladas 
sobre el pecho
para luego, vomitar poemas 
que me alimenten 
en este tiempo
de destierro agónico.

Aún sigo durmiendo 
de un sólo lado de la cama.
Al otro lado [en la orilla]
estás vos
y no me atrevo a cruzar.
Aunque sé que me esperas
con tu ausencia intacta.





BÚSCAME
Búscame allí, 
en el bosque más oscuro 
donde sólo transitan 
aquellos que usan 
al miedo como brújula.

Búscame allí, 
en la copa del árbol 
más alto
donde solo llegan 
los que saben volar.

lunes, 14 de septiembre de 2020

2 poemas de Estela Jaume (Buenos Aires)

SUMO
sumo, sumo
sumo
         y sigo restando
         pruebo la suerte
         del miedo
y ofrendo
otro perfume
al azar. 




ORGULLO
Tuve que cerrar los ojos de una muerte.
Y así lo hice.
Sobreviviendo fenecí esta vida.

No hay amor en tus antorchas.
Duele todo hasta el agua.
Pero es así, no hay otra.

La cuarentena es sólo una excusa.
Nadie arriba a esta isla.
Mi poema también es inútil.

No en el criterio de inutilidad

de las cosas, herramientas, utensilios
sólo en esta vida.

 Cuando lloro se desbarranca
 el tedio. Recuerdo estar viva.
Un pastillero de colores olvidado en algún
armario es hoy la alegría.

Plano,sencillo, sin final. Remanido.
El caos no impide esta anosmia
Si vuelo es con los desesperados.

Sonar, sólo un sonar de ballenas.
“sólo somos un estrecho puente”
Veo tu luz en esa frase
y el azar de mis días.

Eras mi único pan
y ahora el mendigo
de la noche se guarece.
                                                          
                                                 Es tu honor batallando.
                                                 Estoy impregnada con
                                                 ese combustible que
                                                  intoxica o
                                                  inicia llamarada.




domingo, 13 de septiembre de 2020

2 poemas de Abel Gustavo Maciel (Buenos Aires, marzo de 1955)

 Poemas de su próximo libro: "Navegando los ocasos paganos"


Invierno. El viento sopla.
Su gélido aliento se vuelve susurro
 en mis oídos.
La noche avanza y hace frío,
el crepúsculo muere
en su nostalgia.
Este liquido azabache en el pocillo
acecha con el humo alquitranado.
Soledad,
de la buena y sin motivo
derrama la humedad de su canción...

Medianoche. Golpea el cancel
en mi ventana,
a merced de un recuerdo fantasmal,
cabalga devenires en su intento
de mantener a salvo un viejo amor.
Hace tiempo ancle mi barca
en este puerto
de bruma y tardes grises
a resguardo 
de una playa lejana donde quise
para siempre enterrar mi corazón.
Mas aquello que ha unido
el viento
derramando las semillas
no ha de morir
en los surcos de escenarios cobijados
bajo lunas y estrellas mortecinas.
Invierno. El viento sopla
y tu sombra se ha ocultado en los rincones
de un corazón
cansado de andar desenterrando
vestigios de algún amor...



____________________________________



La melancolía destila tristeza
en las tardes de ocasos apagados,
muerte anticipada
de viejos enseres derramados
en los arcones de silencio.
Puedo escuchar sus murmullos
a destiempo,
cuando los duendes noctámbulos
roban los colores del día
y en el compás de espera
los ocultan.
Lo efímero del momento reclama
permanencia en los escanrios,
mas los devenires
juegan transgrediendo el Presente
el juego de la muerte sin motivo.
Y allí se queda ella,
acurrucada en bambalinas de pana
desteñida entre sus dedos macilentos,
ojos de olvido,
niña huérfana de madre
melancolía, ¿cual es tu sentimiento?...

sábado, 12 de septiembre de 2020

2 poemas de Noelia Venier (Salta, 24 de enero de 1979)

muere otro día
no se desvanecen 
las dudas
sin desvestirse aún
en el olvido tiemblan casi
como el charco empañado
por la neblina

como no saber 
qué sucederá



____________________________

Negra celda de baldosas húmedas
alberga a joven de ojos vendados
en un rincón.
Se agudizan sus sentidos
ante lo vedado.
Puede oír el latir de su vientre
el quejido lejano
el murmullo de las ratas
que se escurren por los corredores.
La cara hinchada por los magullones
duele
aunque afuera canta un zorzal
hace primavera
hay niños jugando a la rayuela
en el patio de una escuela.
Es oscuro su infierno 
de mujer escondida.
Negro rincón de esa celda
a donde está pariendo 
y el dolor es infinito.
Aunque afuera el zorzal regale
su más bella melodía
y la primavera explote en flores
y la mañana tenga olor a lluvia
y los niños que juegan a la rayuela
hayan tocado el cielo.

viernes, 11 de septiembre de 2020

2 poemas de Alejandro Schmidt (Córdoba, 3 de mayo de 1955)

LOS DÍAS, EL DOLOR
¿No te das cuenta?
Es luz
no el viento
lo que llega
a la ciudad


y esa hoja
arenillas
la última pluma del sol

no son afrentas
fuerzas
o el por qué…



LA ETERNIDAD INSISTE
la voz es un perrito del lenguaje
la música esa piedra entre los mares
nada es difícil o importante
nada es raro
todo extraña
demasiado
la noche primera
la nieve rojísima del cuerpo
felicidad
la tumba existe
saber
sentidos
la eternidad insiste
hoy no es todos los días
mañana tampoco los futuros
dame lo que amaste
su laurel su almohada
el corazón es copa entre los cuervos
la letra una monja en los desastres

jueves, 10 de septiembre de 2020

2 poemas inéditos de Noelia Palma (Buenos Aires, 1984)

(De su próximo libro Luxemburgo, (El Mensú Ediciones, 2020)

10

                                                                                            Nada dejó que no doliera
                                                                                      Macedonio Fernández

Subiste,
miraste por la ventanilla cómo se iba perdiendo
el paisaje, que se alzaba, casi tangible,
como un cuerpo vivo.
¿Subiste al avión?
¿Qué palabras se dicen cuando se sube a un avión?
¿Rezabas como si Dios te hubiese humillado?






31

La piel sostiene, como una hoja de menta,
la forma de tu nombre.
Sin embargo, no he llamado
y la hoja de menta se repliega
y se adelgaza
para volver a florecer adentro.
Tarda en llegar tu nombre.
Tarda en florecer la menta.
El invierno pone una mano en mi pecho
como una calavera de luz.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

2 poemas de Luciana Prodan (Buenos Aires, 21 de noviembre de 1977)

Si pudiera no pensarte.
Si la noche no trajera tu recuerdo
disfrazado de ofrenda hasta mi puerta.
Si mis manos muertas de tanto esperar tus manos se animaran a latir en otros cuerpos, en otra piel, en otra esencia.
Si mis pasos, cansados, se encargaran de borrar cada uno de uno de tus pasos, de tus sombras, de tus huellas.
Si el amor fuera cierto.

Si el olvido fuese posible.
Si tu olor se rindiera ante mi espera.
Si no estuviese tan loca, tan muerta, tan ciega.
Si no te hubiese conocido... 
Si este dolor no fuese sólo mío...
Para qué.
Para quién.




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Nada más allá de las sombras.
De las sobras.
Una voz.
Un eco astillado.
Los fantasmas de un destino mutilado se bendicen y se espantan con su propia cruz.
Nada más allá de la luz que todo lo engrandece.
De la lupa que quema.
Del fuego que llega y se recuesta sobre todas aquellas almas que no saben arder.
La vida amanece a destiempo y desnuda en medio de un campo minado de flores.
De horrores.
Nada más inútil que la realidad.

martes, 8 de septiembre de 2020

2 poemas de Matías Bonfiglio (Buenos Aires, el 26 de enero de 1978)

AGUACERO
En la electricidad del aire
en las hojas temerosas y el murmullo

Un relámpago amputa la noche

Sangra una lluvia violenta
con el peso de toda la penumbra herida
por ese primer rayo
donde se arrodillan 

las horas.

Llueve inútil como esta mesa 
y este vino solitario
llueve como un inconsciente
como llueve un borracho
como el llanto de un perro
y yo escucho todo
como un árbol, 
mi lapicera silba contra el papel,
resonancia del aguacero.

Llueve un cuerpo anónimo
con la boca de hielo seco
llueve frío 
llueve sal
y en millones de martillazos,
contra el piso de piedra,
un hombre de agua se me hunde en el pecho.

Oscuridad allá lejos 
oscuridad acá dentro.

La lluvia muere de sed, 
como un náufrago 
en el mar de las horas.



VIENTO SUR
Levantamos un viento sur
desde los cuatro puntos cardinales
pero siempre tan sur
y rompimos la vitrina del campeón eterno
y cada cascote era un pájaro
que estalló en un millón de luciérnagas
para iluminarnos
en la espesura del desánimo.
Pero este viento derriba nubes al suelo
levanta penas al aire
una marea de trenes descarrilados 
vuelan en la marejada
como cormoranes en celo,
la luz nos besa los ojos
y el cielo abraza tu nombre.
Ahora los ciegos llueven sombras
a la intemperie,
porque la mosca de la duda
demuele catedrales
y mientras tanto
descienden drones 
como ángeles que zumban 
y nos bendicen
solemnemente
con su oración al viento sur, 
el que inventamos
desde los cuatro puntos cardinales
pero siempre tan sur.


lunes, 7 de septiembre de 2020

2 poemas de Paula Martini (Buenos Aires, 10 de octubre de 1973)

Viví en una casa triste
con un fondo impenetrable 
de tanta maleza
pero había una planta que daba flores
violetas y enormes
erguida entre la basura y los yuyos
Ahí empecé a buscar la belleza

la dibujaba para no olvidar
su gesto entre los escombros.


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Mi cuerpo es un lugar que huye
de las sombras
un espacio que ahora grita tu mirada 
se desnuda el mundo
qué será de la montaña dormida
ante la nieve
tengo el miedo de esa montaña
ya caerá sobre todo y el pájaro
del tiempo
escribirá su olvido en la almohada
mientras 
divino amor luminoso
dame savia.

domingo, 6 de septiembre de 2020

2 poemas de Claudia Magliano (Montevideo, Uruguay, 30 de enero, 1974)

Te hablan del amor con estacas en las manos. Te ponen una rienda y cinchan. Te miran y te deshacen. No te sueltan. Las crines te duelen en el lomo. Sos un caballo de madera. Se te meten adentro. Hacen ahí sus casas, sus  ciudades. Te conquistan y sos un imperio. Pero vas a caer, eso es seguro. Vas a caer hasta matarte y quedará un pozo en medio de las aguas.  Una brida flotando en la corriente. Nada, nada más terrible que el amor.

Siempre el amor es su contrario.


El aljibe escupe el agua esa que hemos de beber dijiste
no otra de río o estanque porque la noche trae muertos a la superficie
y en la mañana parece que
ya no quedara nada sin embargo
hay restos de piernas y brazos flotando allá más lejos cerca del molino
y no los vemos
la vida comienza justo en la puerta de tu casa
en el galpón donde se alinea la lana del rabo de las ovejas que cortaste a fuego
chilla y aúlla el ganado res cabeza molida a golpes o de un solo tiro
pac
seca es la muerte de los animales es seca y muda
muda muda no dicen nada los animales no cuando los matan
se dejan ser presa sabrosa ah hoy también comeremos tierna carne de oveja
y mañana la alfombra de cuero acariciará mi piel delante de la estufa
y haremos leños con el monte y haremos el milagro de la noche/ sin muertos flotando en el río porque no los vemos /la vida comienza en la puerta de tu casa comienza /sí así dulce es la tarde cayendo sobre los campos.

(De Res, Ático ediciones, 2010)

sábado, 5 de septiembre de 2020

2 poemas de Darío Oliva (San Luis, 28 de agosto de 1976)

 (30/V/'20. En homenaje a Abu Silvina, en el día de su cumpleaños 98. Ella partió hacia otro cielo a sus 96).

La paloma
sobre el tendido de cables 
apenas mueve su cabeza
por encima de árboles
y ruidos de la calle.
Ve y escucha
el leve murmullo
zigzagueante 
de las cambiantes nubes.
Tal vez la herida luz
del sol de otoño
tatúe en sus alas
recuerdos de otros días

en otra vida.
Quizá la música del día
rememore 
en su descansado cuerpo 
de algodón de azúcar
vuelos incompletos 
de rama en rama, 
de río en río.
Me gusta pensarla 
como una proyección de abuela 
que viene a visitarme 
desde la otra orilla. 
Su canción, 
una canción de cuna muy antigua,
me colma de inefables juegos 
con su sombra detrás de la mía.
Yo alcanzo también el vuelo 
de esa música secreta 
en la espejada constelación 
de sus pupilas.
Y me levanto y canto 
por otro día en su recuerdo, 
como si ella renaciera 
del mismo soplo de este poema,
poema viento 
que siembra en mi ventana
sonidos de su paso de gacela,
poema tiempo 
que cosecha en mi boca 
luz de lluvia
con la que apenas toco
su piel de rosa.



 13/VIII/'20.

Llega lento el minuto
en que abandonaré
y dejaré de habitar la casa,
y de que ella me habite
en sus ojeras de lluvia
y ocasos prematuros en otoño.
Me descose este instante
en que golpean lejanas,
al trote de nubes,
sobre las ventanas, las voces
de mi abuela y de mi padre
en el eco
virgiliano del viento
que me quema por dentro.
Duplica
mis pasos de hormiga
la fría insistencia del espejo.
Me separo de él 
y reflejo otro tiempo
en la semipenumbra
de cada cuarto.
Enhebra la luz del sol
otro comienzo;
mudo de tierra las macetas,
y hasta el silencio
húmedo de mi sombra.
Por última vez
cierro la puerta.
Que me presten sus alas
las mariposas.
No quiero ahogar mi grito
en un charco de escarcha.
Quiero irme en paz
y sembrar otras palabras
que no me hablen ni duelan
de olvidos y de distancias.

viernes, 4 de septiembre de 2020

2 poemas de Gustavo Tisocco (Corrientes, 25 de octubre de 1969)

POR SER BARCO
Fui barco 
y olvidé al mar

Ahora
soy solo herrumbre.

Mágico
hubiese sido naufragar,
ser de sal y espuma.



LA MADRE JUEGA A SER GIGANTE
La madre juega a ser gigante
y empieza a parir.

Y le nace 
un niño indefenso
como un charco en el desierto.

Y le nace una niña incrédula
como María Magdalena
ante las bestias.

La madre se va haciendo pequeña
y le surge un niño azul, 
una niña que no ríe,
otros niños,
muchos más.

La madre desaparece.
Solo flores le brotan de la boca.

jueves, 3 de septiembre de 2020

2 poemas de Graciela Labale (Buenos Aires, 1950)

TU ÚLTIMA CARENCIA
                                             (A las compañeras y compañeros que pasaron por la ESMA)
Vi tus huellas entre los muros sombríos.
Oí el silencio de aquel cuerpo torturado.
Palpé tu mano tendida rozando el vientre amado.
Supe de botas, grilletes y verdugos.
Fui libre de amarte en aquel infierno amurallado.


                                            
EL TREPIDAR DEL VIENTO
El viento cruza los límites del miedo.
  Sacude la conciencia de los tibios.
   Arrincona la basura de las almas impías.
     Destroza la culpa de flores ultrajadas.
       Azota en las tumbas desahuciadas.
         Libera la quietud de lo inmóvil.
          Derrumba el silencio de claustros e iglesias.
            Vomita palabras aplastadas por censuras y prohibiciones.
              Libera sentimientos engominados de costumbre.
                Silva para “la Violeta”.
                   Hace templar la guitarra de Jara.
                      Golpea con versos de Pablo.
                        Irrumpe violento y lo muda todo.
                         Agita revoluciones adormiladas por la indiferencia.
                           El viento del sur traspasa la cordillera y pone de pie a eternos despojados.





miércoles, 2 de septiembre de 2020

2 poemas de Misael Castillo (Santa Fe, 1993)

PILCOMAYO
Los mita’í
ríen en la costa
sumen sus pies
en la oscuridad
ofuscados
asimilan con el tacto
las historias

La serenidad
requiere
transparencia

Abandonan el lugar
dejan una huella
que de todos modos
será borrada

ENSEÑANZAS
El niño
remueve la tierra
y la historia
se deflagra
con sus pasos

Las nubes
precipitan
en el cutis
que atraviesa
la constancia
de esta siembra

A lo lejos alguien
levanta sus manos
pero huye
de ese abrazo
no se siente
a gusto
con esa forma
del amor

Planta una semilla
que geminará sola
o será
simplemente
parte de la tierra






martes, 1 de septiembre de 2020

2 poemas de Eugenia Simionato (Mendoza, 1987)

Inéditos (Junio, 2020)
CURACIÓN 
Sombra de amor 
envuelta en el mismo guante abandonado.
La reconozco. 
Veo al monstruo menguar 
como una luna dominada por el pulso de la luz.
Llevo mis pies a la cabeza.
Me estiro como una estrella caída sobre su propia invalidez.
La cabeza hacia abajo en su espejo. 
Un demonio se aleja y se perturba solo
como un perro que corre hacia su rabia.
Tengo unos pocos elementos, que consisten, en retirar del fuego
lo que nunca se convertirá en cenizas.

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Me inclino hacia vos
como un rayo de sol en la luna.
He dormido a los insectos 
que aguijonean serpenteantes
cualquier sombra.
Hurgué en lo oscuro como un cura en los demonios enterrados en sangres vivas.
El miedo se quedó dormido
y no despierta,
pero yo sé que guarda su alarido de tigre hundido en una garra. 
Ya no retrocedo,
avanzo con una cruz plegada.
Todavía puedo amar.