lunes, 1 de febrero de 2021

2 poemas de Aly Corrado Mélin ( Mar del Plata, Buenos Aires)

 Agosto maltrecho.


Lo único que la asustaba
era el viento
salvo ráfagas de un vaya a saber por qué
ella brillaba desde el oro
extraído de sus palmas 
                                           siempre abiertas.
¡Si supiera que en estos días
no sólo los fuertes aires climáticos
devastaron su lugar!
el que abrigó de lana y sepia
hasta la caricia áspera en  ovillos secretos.
Hoy la casa está huérfana 
de su perfume a jazmín.
El resto, muta en estaciones
porque yo también heredé temores
no de viento
sí, de quietud.
Su taza de té en escarcha alimonada
sus pañuelos en todos los bolsillos
¿Para qué? Si las lágrimas rumbeaban en otras texturas
Los tantos objetos, cosas, cositas, cosos
emparches para los 
                                   por las dudas
ahora gobernando la inacción.
El jardín amenaza enmudecer
pétalos que huyen en cámara lenta
muy lenta
durante las noches en demolición.
Fotos guardadas con cerrojo
para que el ayer no ronde
pero esté presente en el vaho 
de aromas y sinsabores.
Su lápiz labial furiosamente sangre
asoma la herida
de un agosto maltrecho.
Todo tapadito
bajo mantas
y  mantras
tal vez su pacto para                   
                                     que nadie sufra
en un hoy golpeando acertijos.
Las campanadas del antiguo reloj
se detuvieron a las doce
mientras la respiración se despedía en fragmentos
por entre sus manos y las mías.
La ciudad sigue igual
como la casa
ahogada, de tanto mar
y de tanta ausencia
¿El viento?
La trae a veces
con la sonrisa mansa
parece que yá no la asusta.


"Te hablo de la palabra que se enfanga en el olor de lo inmediato”
                                                                                                                                Paul Auster



Contrapunto


Se aleja
y va quedando la espuma
babas 
en una escollera frágil
montoncitos estériles 
invernándose 
en el sur de la ciudad infeliz
ahí nomás
finitud de edificios despoblados
reflejan el llanto acido
mientras el robleincienso ronronea
entre oleajes 
que no quieren bailar en lunes.

Y las manos, todavía
agitando un pañuelo invisible.

Se asombra
¿Adónde me lleva el agua?
Ahogada en imágenes tierra
                                                     reseca
de un ayer sin salvavidas.
¡Mala para el cofre que se divisa!
                                                      en el todo celeste
tal vez, un secreto marino.
Va y vuelve y va y
vuelve el latir
acaso bombeo
                                                    resuena
debajo del mar
hasta atardecer
tímpanos
y decapitar el ritmo
¿Enmudeció el corazón mío?

de no desprenderse
el grito en va [no]
el vuelve [me]
complicidad
de marea en préstamo.

Y las manos, todavía
revoloteándo un poema incomodo.

Se hunde
bostezos en adioses sumergidos
por otras latitudes
ceremonia
que silencian los gorriones
y un puñado de miedos
dibujan en la arena
la caricia
tal vez
a instancias
de un reencuentro.
Ritual 
flores blancas
para la despedida
se desarman del robleincienso
hasta mutar en un punto 
                                             su gigantez. 
Hay voces en la playa
cada una en sus cubículos vida
vida viuda vira viaja
último pasaje parsimonioso
en madera y polvo.

Y las manos, todavía
tapando el rostro agosto.


La llorona de los pueblos
cachetea la mañana
                                              en la orilla
desconsuelo
ya casi no veo el mar.









lunes, 25 de enero de 2021

2 poemas de Aníbal Costilla (Santiago del Estero, 14 de noviembre, 1980)

 LICORES

vengo de dudar de lo que existe,
la carne que reconozco
tiembla en la oscuridad,
espera el mordisco del sol.

vengo del pánico interno de lo que se fuga,
la esperanza con sus ojos precarios,
la semilla con su latido prisionero,
el recuerdo atado en un hito del pasado,
el amor con sus agónicas crías.

vengo del dolor expulsado por la muerte,
vi cómo estallaba
la esperanza
como una flor masacrada por el fuego.

vengo de lo que aún no fui,
a construir los cimientos,
aprendo los nombres de mi devenir.

vengo de la niebla,
he atravesado la noche
con una máscara
y la espada de mi voz,
me empuja el silencio hacia adentro,
me embriagan los licores de dios,
y su sombra.





UNIDAD

con el silencio que bajaba de la lluvia
me dormí
y esperé que mis ojos se acostumbraran a una luz de agua

cuando desperté 
vi a la abeja reina
guiar a sus súbditos hacia las flores de los astros

ah el trabajo y el equilibrio
el pan ocre
manteniendo la unidad de lo frágil
ara infantil

las montañas los ríos los valles las dunas
hablaban entre sí
oraban como ascetas arrodillados
su paz me estremeció
el desierto y el bosque ocupaban una única frecuencia

salté por encima de los cuerpos extendidos en el aire
por encima de los árboles con las alas de los pájaros
por encima de las nubes con las alas de la tormenta
por encima de la tormenta con las alas y la luz del refucilo
por encima del mundo con las alas y los ojos de las estrellas
por encima de la galaxia con las alas y los brazos de un dios

después vi la sonrisa de mi madre
frente a un televisor encendido
a diario
la brasa de su cigarrillo
iluminando el futuro del temblor de sus manos
su habitación la cama una silla
la pesadilla que la obligaba
a gritar a gritar a gritar

la toqué y pronuncié su nombre secreto
no quise asustarla
la acompañé hasta el refugio 

yo también desperté
la tempestad abrió los ojos de los pájaros
cantaron en distintas lenguas
como si las guitarras nacieran de la suavidad del color de sus plumas
y en el aire
una huella me dijera

ahora camina

lunes, 18 de enero de 2021

2 poemas de Nicolás Ricci (Buenos Aires, 7 de febrero, 1988)

 Serie del ministerio

1.
En la paz ministerial, el rayo mudo
seca las córneas del estilita.
La crónica que ignora al verdugo
sangra copiosa por la boca y la nariz.
Sin lágrimas ya, y sin la ayuda regresiva
ni la pasión por cable, mete el alfiler
con disimulo en el fornido bíceps del
fisicoculturista, pero el campeón
no siente nada. El estilita llora.

2.
¿Qué codicia el hombre de Crimea?
¿Qué anhelos alimenta y qué preocupa al hombre de Crimea?
¿Qué espera que suceda en las tardes de mentira,
cuando sus familiares recuperan el aliento
y se oyen perros a lo lejos, qué mal quisiera
ahorrarse el hombre de Crimea?
El asistente toma un lápiz de su oreja, anota
estas preguntas en la agenda del ministro.



lunes, 11 de enero de 2021

2 poemas de Sabrina Judith Ramos (Buenos Aires, 17 de mayo de 1990)

Unido

El agua, tu vientre y mis escamas
Una boca rebasada de saliva negra
Mordiendo la manzana roja más brillante
¿Cuándo pasará esta lluvia de cenizas?
Así no podremos nunca sembrar las flores necesarias.
Me acuesto en invierno,
sueño las primaveras y los veranos,
cuando me quiero despertar es invierno otra vez.
El viento, tu fluidez, y mis escamas.



Mañanas

A la madrugada se le está cayendo el día
Desde una hoja cae
Chicloso
Los chicos
abrigados hasta los ojos
Tome seño mi regalo
Tengo que envolverme de camino
Chicloso
El zapato calza justo y el día
vuelve a subir a la hoja.

lunes, 4 de enero de 2021

2 poemas de Alejandro D. Mayoral ( Mar del Plata, Buenos Aires,1958)

 Custodio

El poema suelto
como bella botella al mar,
como ancla y naufragio
como bala perdida sangrante.
El poema,
como luz en tinieblas,
cachetazo y caricia,
como brasa en la carne viva.
El poema,
como piedra en el zapato,
arena en los dientes,
como arma
que alarma y desarma.
El verdadero poema,
vómito del alma,
hijo desconocido,
a deshoras,
entre gallo y medianoche.
El poema puro
bebido de un trago,
nacido diferente
para matar indiferencias.
El poema así,
como eterna amenaza,
sacudiendo al dormido, al ausente, al conforme.

“Custodio” 2
El poema en cuestión,
con fuego en la lengua
y sal en la herida,
como dedo en el ojo de tormenta,
sembrando vientos que azotan,
erizan,
penetran.
El poema ahora
como cadena que libera,
alerta,
armado,
junto a la cama
custodiando los sueños.



Dar de nuevo

Hay que ver
cómo se muestra,
cómo ocupa espacios,
cómo bordea los abismos
el amor,
que renace entre cenizas de muertos,
que rema en el barro,
que sacude dudas y vergüenzas. 
Hay que ver
cómo se vuelve tan goloso,
tan sabiondo,
tan suicida,
tan tirano.
Hay que ver
cómo toma el vino de las copas
y delira
y muestra sus diferentes capas
y muta en otras cepas
como virus maldito.
Hay que verlo entrar
donde no lo esperaban,
donde no lo llamaron,
y desparramar el castillo de naipes,
barajar y dar de nuevo.

De “Erótica y ausencias” (inédito).

lunes, 28 de diciembre de 2020

2 poemas de Flavia Calise (Buenos Aires, 13 de enero,1992)

 Más

se derrite una flor

en la boca de un país

¿hoy pudiste salir?

no me alcanza

la pastilla el vaso

el gotero arriba de la lengua

no me alcanza más

un hombre una mujer

no me alcanza más

alguien más

no sé qué pilas lleva

mi cuerpo



De fuego

un hombre en una moto

me apunta con un arma de fuego

grita que le dé todo lo que tengo

entonces caigo debajo de la superficie

que hay en algunos sueños

qué tengo yo para darle

siempre viene alguien

a hacer esa pregunta

estoy cambiando de piel

ahora es un cuerpo muerto

mi cáscara en el suelo

dice el noticiero que en Caballito

arrojaron a un hombre

desde un auto movimiento

pero siempre caminamos hacia afuera

desapareciendo en la distancia

pero siempre caminamos hacia adentro

y caemos en distintos lados

pero sigue el movimiento

no sé si debo plantar paredes

entre nosotros

para que no digas

lo que pueda herirme

no sé plantar paredes

entre nosotros

por favor no sigas arrojándome

hacia el movimiento

lunes, 21 de diciembre de 2020

2 poemas de Melisa Papillo (Buenos Aires, 1984)

Unos desconocidos le hablan a mi hijo en la playa.

Se agachan, le sonríen. La capelina que traen
se va a volar si siguen distraídos.
Él, lleno de arena hecho
milanesa
convencido de descubrirles
el mundo, señala el mar
y les dice seriamente:
esto es agua.
No es poco tener
claridad, sencillez,
lenguaje sin vueltas de cordón.
La pareja se ríe y camina
hacia la orilla.
Cuando logran el fondo perfecto
sacan una selfie para no perder
de vista nunca lo que les acaban de revelar.






Dejo flotar por la casa las piedras que traigo.

Una con forma de barco
que antes fue corazón del Quilpo
ahora es mi pie en su orilla
la tarde de un febrero.
Lamento, piedra, haberte sacado de tu agua en movimiento
pero necesito lo poroso y compacto como recuerdo:
ese día fui una chica
a la que le picó una abeja el pie,
río abajo con una piedra pesada en su mochila caminó
renga y feliz.