lunes, 30 de noviembre de 2020

2 poemas de Julieta Paoloni (Córdoba Capital, 12 de agosto de 1994)

 Este año editó su primer libro de poesía, "Como el agua cuando corre", junto a Hexágono Editoras.

AIRE


II

-respirar es lo único que tenés que hacer-
transformar la materia vital en sonido
sin participar de esa transformación
tenés que ser
sólo un canal abierto
lleno de espacio
por donde entra y sale el aire

escucho entiendo pero no puedo evitar
que el fondo interior de mi boca
arme minuciosas estrategias
basadas en minuciosas tensiones

llevo en cuello y hombros
palabras exclamaciones
formas del amor
que dicen que para todo
hay que hacer cosas
hay que hacer cosas
hay que hacer

pero resulta que para cantar
tengo que desarmar
el molde el hombro el cuello
las ganas de tener
las cosas bajo control
de otra forma nada
tiene forma
de canción



III

Sé cómo ir por el mundo
sin hacer ruido
y también sé
que hay revoluciones
que parecen de aire
pero el aire
es lo que está antes
de todas
las cosas.




lunes, 23 de noviembre de 2020

2 poemas de Luis Bacigalupo (Buenos Aires, 1958)

 COMO LAGARTOS


Un día llegó el invierno y nos halló al sol
al amparo de un médano calentándonos
adormecidos por la música que el viento
venía a traernos de alguna lejanía.

Como quien permaneciendo en un sitio
toda una vida sin enterarse o, mejor,
sin vida permanece en un sitio del cual 
ya no habrá de enterarse jamás, 
estábamos solos, allí.

Mañana nunca habría de llegar 
ni mañana ni nunca
ni en nuestros pensamientos dispuestos
de modo perpendicular a nuestros cuerpos y
dispuestos, también, a ocuparse de nada. 

En tanto sigamos quietos no habrá de llegar 
un solo recuerdo a estas orillas que nos vieron nacer 
ni bajar a la playa un resto de infancia, una voz, 
un juego, un atisbo de conciencia de otra realidad. 
Todo

cuanto podía haber a nuestro alrededor
-arena, mar, cielo-, nos pasaba por alto 
igual que esas nubes a las que no prestamos 
la menor atención. Sin embargo

nos complacía por el hecho de haber estado allí 
desde siempre, tanto el aire que respirábamos como
el que abominábamos.

Sin saberlo, debimos de haber abandonado
todo por nada
y cuando el sol se ocultó a nuestra vista
el adiós de los tontos se hizo inevitable.

Pensábamos 
en eso casualmente cuando tendidos al sol 
sopesamos temerosos las consecuencias 
que pudiera acarrearnos proyectar nuestros días
al amparo de un médano en un tiempo 
sin retorno.
Pensábamos en eso con la frecuencia cansina
de las olas, esas que embisten contra 
una rompiente imaginaria y, sin poder evitarlo,
en la cúspide aun de nuestra tristeza, de nuestra
dulce y triste felicidad pensábamos, también,
desde dónde habríamos de precipitarnos
al vacío de un sueño sin fin. Y así,

al cabo de que las formas se sumieran 
en sus sombras y las sombras en sus formas
nosotros hicimos lo propio, aunque volvíamos,
no obstante, a empezar, adormecidos en la arena, 
calentándonos al sol, como lagartos,
en alguna lejanía.






HUMEDADES DICENTES


Nada que nos permitamos decir
o significar en un rapto de escritura intensa 
supone algo del orden de la revelación 
amar
una emergencia o el sentido acabado 
de un propósito 
morir
en tanto entidad sujeta a una lectura 
a una interpretación acerca del poder
autoridad más o menos competente 
intemperancia del verbo 
y sus usos
anhelo, perplejidad, a menudo 

paño que absorbe humedades dicentes 
de la lengua, disidencias solo 
a menudo, porque de vez en cuando también
la excepción se constituye en regla
y lo dicho es arrojado a una distancia razonable
de todo azoramiento. Entonces,

el frío que te conocí, que supe de vos 
aquel frío ingrato no es
este diamante que hoy se apaga.

viernes, 20 de noviembre de 2020

2 poemas de Stella Maris Ponce (Concordia, Entre Ríos)

Del libro La Voz. Poemas del Caleidoscopio. Ediciones en Danza (2019)

Máquinas

después del despegue sin carreteo
el tambor metálico del lavarropas
comienza a girar y revuelve la ropa sucia
que la espuma disimula en nubes de color

ya la máquina en pleno vuelo
el ruido de a bordo es permanente
y se intensifica hacia el final
con el centrifugado. Como si se tratara
de un alunizaje hay que bajar
a un mundo blanco por el círculo de vidrio
sacar la ropa limpia y extenderla
en algún lugar mirando al cosmos

curiosa la ventana
por donde todo entra se procesa y sale
curiosa la nave
diríase un vientre con las vísceras en movimiento
o quizá el cerebro procesando recuerdos

¿será por eso que veo planeando suavemente en la cuerda
con ropa tendida, un imperceptible cordón umbilical
entre cuyos extremos el pasado y el presente
exponen sus huellas como trapos al sol?






Del libro Spirituals. Ediciones del Dock (2015)

Cantos de la inocencia

siempre era así

madre me lavaba el pelo

y yo le pedía un rodete alto, alto

lleno de espuma blanca

que a veces caía por el cuello hasta la espalda

como un manto de novia

 

después corría al espejo

para mirar esas formas de nubes

las copas de los árboles

con sus nidos y sus pájaros

las alas y los picos

el ramillete de flores de jazmín

 

todas las pequeñas cosas que estaban en mí

saludándome ya desde entonces

entre los bordes biselados

y mi voz nombrándolas

escribiéndolas en el aire

en ese canto que aún permanece.

jueves, 19 de noviembre de 2020

2 poemas de Laura Wittner (Buenos Aires, 1967)

Por qué las mujeres nos quemamos con el horno


La marquita roja la tenemos todas.

Acá en la mano izquierda, con la que escribo

está también mi quemadura de horno.

Si la miro muy fijo, sobre el radio

se me despliega en tres:

se me tridimensiona la muñeca

y entrecerrando los ojos pueden verse

la muñeca de mi madre, la de mi abuela

y, en un tirón hacia delante, la de mi hija

picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta

a la marca de la rejilla ardiente.




LOS CHICOS JUEGAN EN LA PLAZA


Más atrás siluetas juegan tenis.

Todavía más atrás está el zumbido

que se eleva desde algún fluir de tránsito.

Y más atrás el paredón

irregular de los edificios caros

de los cuales a esta hora sólo uno

y sólo en los dos pisos superiores

retiene luz de sol, bastante aguada.

Ahora, fijate lo que pasa:

de entre la ronda de pinos que son tu primer plano

alguien, un pájaro, rompe a trinar

a todo lo que da,

con desafío y con oficio:

es breve lo que emite, y eficiente.

Si estabas con la vista sobre el libro

al mirar hacia arriba entendés de un tirón

qué es lo que imanta esas capas superpuestas

de urbanismo irreal que te contienen.

Cómo es que no se desmoronan

estrato por estrato dejándolos a ustedes

desnudos en mitad del escenario.

Pero entender fue tan fugaz

como el grito del pájaro.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

2 poemas de María Eugenia Fernández (Buenos Aires)

 ENFERVORIZADA

Mi voz perlada de desencanto

retumba en los recovecos de mi alma

perseguida sin mayor fin que

tu presencia, incluida en resquicios

de temor y muerte.

 

Salvedades a parte, la idolatría muere

y no puedo precisar mi propia insignificancia.

 

Luz de mi ser, oscuro y lejano,

arte de palomas ateridas,

sarcasmo que enrojece las mejillas,

clara cúpula del desconocimiento.

 

Poder mirar y no ser

poder alcanzar y no ver.

 

Con tus brotes reclinados en la espera

me desea el corazón una certeza:

es lubrica, azucena y jazmín:

no quiere volverse carmesí.  

 

Quizás abarca el odio,

quizás, la premura la llama y la  erotiza,

suplica es fervor, es avaricia,

clara consistencia del error.

 

Pecho esgrimido en sano amor

en tristes odios se trastoca,

pétalo feliz, flor luminosa,

claro desentierro de un nacimiento.


LOCUS AMOENUS II

Todo el patio lo parece.

Llamo patio a la selva

que se imprime al lado

de la casa.

En el semicírculo cuadrado

que es la vida.

Emily se para y dirige

su mirada hacia mí.

Su sonrisa alimenta al sol.

Delante de ella,

un hornero y un gorrión,

espectadores ajenos

a su belleza.

Por varios segundos,

la contemplo:

sus ojos, de cachorra insumisa,

devuelven el sentido a las cosas.

martes, 17 de noviembre de 2020

2 poemas de Jésica Galeano Jarcousky (13 de agosto de 1986, Buenos Aires)

 Del libro Claroscuros de la persistencia. Editado en 2018 por Tequisté Ediciones

Sobre el riesgo que encierran los objetos

La mujer coronada va
haciendo equilibrio para no caerse
como una letra desprolija nacida del apuro
en puntas de pie por el renglón.

Coronas fúnebres
adornan las sienes
y es la letra la que salva
ubicándose en los cuadraditos
como quien ordena una mente
como quien ordena medias rojas en un cajón
y lo cierra 
para no ver el peligro.


Como moscas en el parabrisas
“quieto de recuerdos
           exilios
alguna vez tan tristes
            las risas”
Celia Gourinski


Porque huirse no es exilio
los recuerdos se pegan
como carne a los huesos
como moscas en el parabrisas
conglomerado putrefacto
no deja ver el recorrido.
La tristeza es otro afán
como querer acercar a alguien
con el pensamiento
y crearse
un magnetismo extraño
donde por cada risa pasada
permanezcan solo lágrimas
dibujando los rostros.

lunes, 16 de noviembre de 2020

2 poemas de Denise Stephanie Ferreira (14 de marzo de 1993, Buenos Aires)


 La incertidumbre del pez
 

En la desesperación de una cría

por ser alimentada por vez primera,

en el hambre del oso luego de

hibernar durante seis meses,

en la incertidumbre del pez que

será devorado por algún acuífero.

Dentro de este triángulo

estoy

y, creo, seguiré estando.




Fotosíntesis
 

La luz me abruma

pero me fotosintetiza para seguir.

 

Báscula implacable me remueve

renueva mi deseo y porvenir.

Y estás vos

por venir me.

 

La masmédula se me

rompió aquel día en que

oscureció

en mi habitación.

 

Quisiste arreglar el olvido pero

ya ni me acordaba de que no estabas.



viernes, 13 de noviembre de 2020

2 poemas de Carlos Monti (Buenos Aires, 30 de junio, 1961)

Muelle

Palos enflaquecidos por el rumor de las aguas
destellos de plata, alfombras almizcleras
tibias estelas viborean el alma.
Una ráfaga otea la piel,
la enlutada tarde
se duerme
en el
trajinado río.
El firmamento alumbra y
destella tablones enmohecidos.
Los mimbres danzan
 y las chicharras chirrían
el amanecer.



Luna

Simplemente luna.
Amando, sintiendo tu resplandor.
Tus más oscuros, cavernosos, oníricos, trasnochados rumores.
Te vi, bebí de tus senos,
perdiéndome en la comisura
de tus fauces.
Extasiándome en el rubor
de tu desnudez.










jueves, 12 de noviembre de 2020

2 poemas de Sandra Gudiño ( Santa Fe Capital, 18 de junio de 1966)

Poemas que pertenecen al poemario Ni hippie ni limonada, (se edita en 2021).


Raros peinados nuevos

He visto los mejores vicios 
de mi generación
me los tragué          a todos

sin miedo al amor
sin miedo al sexo
sin sexo con miedo
con miedo a mí.

Cuando la mente de los pibes
no era una pecera
con bordes oxidados
y el dolor giraba en la plaza
con pancartas y pañuelos
blancos.

He leído poetas prohibidos.
Imaginen a los dinosaurios 
                         en la cama
rock en la disco
sandalias de corcho 
minifalda

sin tatuajes  ni piercings
ni hippie ni limonada
barro               tal vez.
El sida parado ahí
mirando.

La poesía era sólo 
ese diente de león 
en la grieta de la pared.

Porque la memoria del miedo
vino después.


Pequeñas historias

No es verdad que estoy sola
y tomo té a las cinco de la tarde
está el miedo 
hueco en él          me sumerjo
para no pensar en vos          ni en la muerte
también está el vacío
donde antes hubo una casa               sólida
ahora hay escombros.

Desde el portarretratos floto
joven           como en un cuadro de Chagall
                                                       y sonrío.

Me cubro la cara        miro entre los dedos
rostro hermoso           casi amable:
moneda de cincuenta
                               en el bolsillo 
soy.

Túnel verde 
por donde pasa el viento
me salgo de la vaina y crezco
como maleza               desde el tercer ojo
y lo cierro        hasta la próxima cosecha.
Palmo a palmo recorro
cada pliegue fino:
                                 rugosidad de humo. 

Me sorprende lo poco que queda
de mí                    marchito en el florero.

Hay días en los que una recoge 
pedazos de historia
                                          y se los traga.

martes, 10 de noviembre de 2020

2 poemas de Sandra Mendizaba ( Santa Fe, Argentina, 13 de Enero de 1979)

*
Mariposas esquivan caireles,
el azar dibuja en sus alas recónditos destinos.
Presiento una noche de rubor,
de un sólo brillo su sed.
Otra ausencia ha sido escrita fuera de este sueño.
Pájaros blancos parten de mi alma,
me besan, acompañan en esta fragilidad, que soy.
Rubor que perdura ancestral en esta Razón, que soy.
Desprevenida de lluvias, descubro un espejo 
que sufraga perfumes del Oriente y de otra manera 
recita para mí, obras antiguas.
Aquel espejo besará las cartas de este juego
cuando soñando cante tu boca los versos,
más azahares y el mar vuelva al equilibrio ZEN


*
Los niños juegan, adoran los espejos y los dibujos.
Estuve allí y te ví, en bicicleta y carrousel.
Pequeño amanecer de mi boca.
Suenan las sirenas y soy tu escultura, tu cielo, tu afán.
Mi haber tiene eclipses.
Mis otros cuerpos no existen.
No me rindo entre las sombras, que también soy.
No te duermas, las campanas brillan, llaman.
En el jardín tu boca me espera,
la magia incita la primavera, no decores el cristal,
ellos están jugando.
Las flores jamás traicionan este fulgor.
Visitante de tus cuarteles secretos,
los misterios rituales invoco
y mi boca muda se desnuda sin pudor,
al sentir que los pétalos no desprecian los azahares,
ni el tiempo es poco ni mi boca ajena.

lunes, 9 de noviembre de 2020

2 poemas de Beatriz Actis (Sunchales, Santa Fe, 1961)

Dos poemas inéditos

Sobre el invierno

Escuchamos un ruido extraño
en el medio de la noche
Pensé como en un sueño:
es un chico noctámbulo
jugando a la pelota
en la vereda
Nos levantamos,
espiamos a través de la ventana.
Eran caballos rompiendo las bolsas de basura
Oí tu voz
como en un trance:
   En las galaxias hay días
   y también hay noches.
Y como en aquel poema
pensé en todo lo no vivido que queda
en lo vivido.
Durante la mañana había encontrado
a un viejo amigo
en el justo centro de la calle
en donde el viento del puerto
nos apretaba los abrigos
y nos hacía temblar,
el viejo viento azotando nuestros cuerpos
desde el puerto
vencido.
Dijo mi amigo
después de un largo tiempo: te extraño.
Y me acordé de tantas cosas,
aquel deambular por la ciudad
cuando éramos jóvenes apenas,
aquella sensación de amanezco en el mundo
Todo retorna y se va desvaneciendo lentamente
como islas a la deriva.




Sobre el invierno (II)

Había leído aquel poema de Montale sobre la calle de la media luna
antes de conocer Edimburgo.
Era diciembre,
la primera nevada caía.
A poco de llegar vi que la media luna no era
una calle sino una batería del Castillo que amenaza o embellece la ciudad.
En el poema dice Montale
“el hombre que predicaba bajo la Media Luna
  me preguntó: ¿Sabes dónde está Dios? Lo sabía
  y se lo dije. Movió la cabeza”
(es a la vez espléndido y triste)
Entramos en un bar de la ciudad medieval, una tarde oscura, huyendo de la
tormenta.
Adentro, mujeres de nacionalidades inciertas (¿danesas…?) bailaban, y
escoceses tocaban guitarra y violín,
todos bebían bajo la mirada estática —eterna— de un retrato de Robert Burns.
No teníamos frío, no teníamos miedo, éramos jóvenes y amábamos,
no nos delataba la mortalidad.
Afuera,
escoceses pasaban
silbando bajo la ventisca.

domingo, 8 de noviembre de 2020

2 poemas de Mauro Rastelli Polanco (Buenos Aires, 14 de Agosto de 1987)

Poemas del poemario Caminar entre palabras publicado en 2017.

Leyendo a Rimbaud

Hay chicos que juegan
Hay pájaros que cantan
Hay infancia y juventud
Hay árboles frondosos
Hay un sol que nos mira.



*
En otoño
lloras hojas amarillas
la brisa refresca tu alma
con las primeras flores
canta el hornero en su nido
Y en las tardes de verano
puede escucharse el mar
que tus ojos de agua clara
reflejan.

sábado, 7 de noviembre de 2020

2 poemas de Ana Paula Piretro. Coronel Moldes (Córdoba), 1984.

 Poemas del Libro “Corteza”, de Ana Piretro. 
Ilustrado por Nahuel Sánchez Tolosa y editado por Malasaña Ediciones 
en el año 2018.


Como Alicia en su país
ramo de sal en una mano
y campanitas en la otra.
Deslizate en la bruma
y salvate de la decoración
que envuelve las columnas del palacio.
La nariz, asomá
el estómago
los pies
 las golondrinas.
Caminá por el bosque oriental
“casi nunca se tiene nieve a mano”*.
                                                                 
                                                            *"Diario de golondrina". Amelie Nothomb.



La multitud tiene hambre
corre desorientada
en la densidad del tiempo.
El deseo propone un juego:
recomenzar 
que baje la fiebre
se pueblen las fuentes
y recuperemos la risa.


viernes, 6 de noviembre de 2020

2 poemas de Carlos Nuss (Entre Ríos, en 1979) reside en Comodoro Rivadavia, Chubut.

 Ambos poemas del libro  “Personas, lugares y otros mundos de barro y piedra” (La Cebolla de Vidrio Ediciones, 2019)

Hijos

Merecían estar lejos de esta autocompasión
por haber quebrado la llave en la impotencia terca
de estas palabras erráticas, de esta tregua bobalicona.
Perdón por nacerlos a morir a cuentagotas,
por caer sin probar nada 
por la urgencia breve de una caricia 
por el amor sentido con furia 
por hacer el amor en medio del odio.
Perdón por no aguardarlos, por no guardarlos 
de esta intemperie, por solo esperar
alguna clase de milagro sin ayudar  
ni un poquito a que suceda.

 ¿Cómo?


¿Cómo hablarte, madre sin que la palabra
sea una piedra arrojada?
¿Cómo cortar el cordón umbilical
de los estuarios que me drenan?
¿Cómo llenar el regazo de las hojas
que son mis nodrizas?
¿Cómo ser hombre sin ser hijo?
¿Cómo ir por ahí hablando tus llanuras
en lluvias para nuevos desiertos?
¿Cómo ser poema sin tu río, sin remar contra la corriente,
sin que la palabra se hunda en el barro?
¿Cómo contarte que el poema ocurre en mí
como un simulacro de lapidación?
¿Cómo escribir sin moldear la piedra para ser objeto?
¿Cómo decir que no siento su vuelo hasta que llega y golpea?
¿Cómo explicar que a medida
que el dolor crece de manera geométrica
las palabras lo hacen exponencialmente?
¿Cómo contar lo que es sobrar en una cama
y faltar debajo de la almohada?
¿Cómo, entonces, ir por ahí
sin carne que ponerme ni leche que me abrigue?
¿Cómo es sentir la pureza de un segundo de silencio?
¿Cómo puede, madre, el amor vestirse con un cuerpo?

jueves, 5 de noviembre de 2020

2 poemas de Cecilia Carballo (Buenos Aires, un 25 de febrero)


De El único color que vemos (saldrá por Editorial Maravilla en este año 2020).

*
Escucho gritos
 portazos
los vidrios se rompen 
el aire corta
ni la nieve
 con su manto inmaculado
borra nuestras
caras de dolor. 








*
Es una espiga 
que atraviesa el cuerpo
lo pincha
 una y otra vez 
a veces desaparece
pero no 
una palabra
situación 
la hace volver
te deshaces 
retornan sus dientes
a tus partes más íntimas
tus días siguen
con relámpagos
contás lo sucedido
te tildan de culebra
él tiene miedo 
de mirarse al espejo
de saber quién es
tu cabeza resuena
no sabés a donde ir
alguien te escucha
te cree
igual no podés fluir
se asoma
se queda
la espiga. 

martes, 3 de noviembre de 2020

2 poemas de Alejandra Mendez Bujunok (Santa Fe, 1979)

CONTRAPUNTO


Para cubrirme del desamparo virtuosista

de la fantasía en un lunes con luz tenue,

luz ínfima de pared cualquiera del mundo,

de la vergüenza cromática en la fuga

no vista ni aceptada,

creo el contrapunto

que es ese fino oficio en el origen.

Como un triste dios pequeño

a tientas sufro

practicando mi libertad.


DE LA MANERA EN QUE ME SALVO

No uso reloj en la muñeca
(es triste el mundo de los ajustados)

No uso gafas oscuras de sol
(es triste el mundo de los escondidos)

No uso paraguas de la lluvia
(es triste el mundo de los protegidos)

Me salvo así
(o eso creo)

De pensar el control de los objetos.
De pensar la distancia de los otros.
De pensar que la lluvia es una maldición.

lunes, 2 de noviembre de 2020

2 poemas de Diego Roel (Buenos Aires, 1980)

 Del libro Las intemperies del mar, Ed De todos los mares.

5

Acudo a una sintaxis quebrada
                                                 para decir
lo que está oculto y se revela
detrás del piar de aquellos pájaros.

Esta brisa desvanece
las formas que habitó la luz:
la noche canta en el día.

Hay ecos de lo oscuro en la carne.

Toda palabra sobre su lomo lleva
el signo y el germen de la muerte.

Toda palabra está cubierta de ceniza.


De El infierno es una bestia callada y triste (triología), Ed De todos los mares


Nadie comprenderá este discurso. 

Yo voy hacia lo que no deja huella,
 hacia lo límpido, lo leve. 

Voy hacia lo que se desliza y crece.

domingo, 1 de noviembre de 2020

2 poemas de Karina Maccio (Buenos Aires, 1974)

 Corazón roto


Podés vivir con el corazón roto, afirmás. Y de pronto, la aseveración es sentencia, lo probable es cierto
decís eso y mi corazón te escucha atento
se rompe
te da la razón
estoy viva
tengo el corazón roto
estoy viva
no hay más que una posibilidad
una muerte muy lejana, metafórica una línea casual casi
de conversación me rompe
estoy viva
no oigo más que el estruendo
un corazón estallado
sigue latiendo
estoy viva
es verdad
puedo seguir
para qué, me pregunto
el cuerpo sigue
para qué
a dónde vas
si ya está todo dicho
Te amo viene con puñal
y es tierno el pecho, abierto
te dejo entrar
te siento cortar
la sangre no impide
te siento agarrar
tanto placer a veces
estrujado fino
el quiebre
tanto músculo para qué
corazón para qué
podés seguir
puedo
lo único que siento es lo roto
no puedo tragar
no te dicen
el corazón roto se esparce
esquirlas en la sangre
entonces duele
la planta del pie
el origen del pelo
la comisura del labio que te encanta besar

duelen los pezones la lengua inmóvil muerta, estoy viva esa es la verdad
a vos que te gustan las verdades estoy viva
sigo
me ahogo pero respiro
no hay ataque no hay síncope no hay
casi
nada
ese casi, apenas un punto diminuto
ese pequeñísimo punto en la nariz de Barthes punto negro
punto corazón
punto arroz
punto
al fin
punto cadena
no
por favor
estoy viva
¿no te parece irónico?
¿no te causa gracia?




Tu corazón partido sigue latiendo, Viajera Bolsillo, 2020.


Corazón llama

Todavía me duele tu cuerpo marcas, mordiscos, trabazón abdominales arrebatados abductores que se quejan cuando de pronto me tenso
siento
el paso veloz de una flecha
ay, me recorre rauda
eléctrico rayo en la médula
ay, que no estabas en mí
y ahora sí, de nuevo
estás
te encuentro deshaciéndote
pura agua sos
espesura
sal marina que sazona
remojás, chupás, mordés
mi piel te llama, alucinada
sol líquido, naranja que rebalsa jugo
tu lengua rueda, paladea, exalta parezco ámbar que te cubre, te encanta nos quemamos por dios
(por dios y todos los santos)
nos derretimos
por dios
(por dios y todas las vírgenes)
nunca pensé no creí
que la pasión fuera
tan de libro
tan aguda tan grave
seria como una esdrújula
crónica
anunciada de síntomas
ataque al corazón que escapa
un pico febril, insoportable quemar
la cabeza
desde los pies la sangre
borbotea, acusa recibo
en caso de incendio proceda
observe las salidas más cercanas
–no hay/
–no hay hueco sin ocupar/
–entramos en todo/ –explorás-andás-tomás/
aunque busques salir
la bomba estalla
está-ya/está-yo
nada es más lo que era

tu cuerpo es otro cantar compartido
decir otro
decir iluminado
en esas lenguas que arden brujas
cuántas oraciones hechizadas arman esa pira que no parece dejar de crecer.
En caso de encuentro usted, mi querido cabeza-corazón-pies va a arder.
En caso de incendio alerta: doble se hace este cuerpo
sueño tenso del otro fuerte nuestro fuego
médula en llamas.




Tu corazón partido sigue latiendo, Viajera Bolsillo, 2020.