lunes, 31 de agosto de 2020

2 poemas inéditos de Jesús Iribarren (Buenos Aires, 1985)

 LA SOPA DEL ORIGEN

de la dispersión universal en los sintagmas,

 

lo que cimbra sobre el cráneo

(llamémosle recuerdo)

es idioma universal

del poema.

 

la llama se ofrece

y se recoge entre lexemas y morfemas

que dan vida a la palabra:

 

el conjunto abstracto de barro

 que hace al ladrillo del lenguaje.

 

O el caldo vital que dio origen a todo lo incomunicable.


__________________________________________

si lo vital es pulso en forma de imágenes

lo que identificamos como muerte

es significante de lo que antecedió

en la cadena de lo dado por nuestros padres mitológicos.

 

esos mismos que se archivan en la bóveda

del cementerio de la infancia.

 

(nada se conserva en su forma original)

 

y todo languidece en el cuarto oscuro del revelado.


domingo, 30 de agosto de 2020

2 poemas de Juan Botana (Buenos Aires, 21 de abril de 1969)

TAMBIÉN
No tenemos nada en común 
sino el camino
un tronco de árbol
el suicidio de las flores en invierno
el mar azulverde
las nubes.
Mirarnos a los ojos
también.

No tenemos nada en común 
sino el camino
pinotea
el run run de los sueños por las noches
las azaleas que entran por las ventanas con el sol
y un amor.
Y un dolor cenizo
también.

No tenemos nada en común 
sino el camino
papeles insumisos
un beso guardado en las escaleras de madera de San Telmo
bajando al mismo tiempo
y un farol abril que titila.
Diciembre en los finales
también.


BOLIVIA
Yo pongo el corazón
donde me duele
y donde me duele estás vos.
¡Bolivia! 
Me pareció escuchar tu nombre

¡Bolivia!, repitió.
Hasta que te nombraran siete veces.
Una tras otra después:
Alina
Catalina
Victoria
Malena
Sofía
Lucila y Paula.
y otra vez Paula tal vez.

Pero antes, sin saber, sin pensar
fuiste Bolivia.
Allí,
donde hasta el miedo llega
                                                                      y te detiene
                                                   -donde mataron al Ché-
Mitad mujer, mitad linterna.
Sueño que flota una luz tenue en la que ve.
Que no entra en una panza,
en la que sobra,
en la que queda,
en la que flota.
En ninguna panza,
una caverna
y en mi sed.


Se mueve.

Una luz interior rodeada por un halo de sombra
la acompaña.
Cuando no hay luz, ella ve.
Con los ojos cubiertos de lágrimas,
entre Góngora y Lezama lima,
entre limón y mandarina.                                                          
¡Ella ve!

No es carnaval, no es feriado.
No es comparsa, ni murga,
ni polacos,
ni mamparas que se rompen al caer.

Ni máscaras.
Ni ventanas que se abren con el sol.
Ni cenizas.

No es, pero ella ve.

Por suerte nadie muere,
ni se excita de más en el apuro.
¿Por qué deberían hacerlo?
Acaso no aprendieron.
En el ayuno.
Nadie ve, pero ella ve.

No hay puna humahuaqueña,
ni apuno ni mareo.
No hay quebrada que la nuble con el sol.
Ni canto boliviano, ni ch’allá.
Ni estrellas en la noche de navidad.
Ni navidad ni fin de año,
ni cumpleaños.

Hay espera.

Es chicha.
Es Checha.
Es comarca. 
Es Ekeko que no fuma.
¿Para qué?
Si no es mentira.
Es un baile que se baila con los tres.
Donde ella ve.

Con máscaras que aún están colgadas
en la casa
que se mueven en disfraz
en diagonal.
Hacia ambos lados.
En la pared.
donde ella mira.
Como las muñequitas chinas que juntaba
(o eran rusas)
en lanas tejidas al crochet.
Entre limón y mandarina
las separo,
o los dibujos que calcaba
                                          de una nena
                                                                 que no es
                                                                 que no es.

Lo que no es decir que ya no fuera,
o que haya sido,
por más que esté siendo
en este instante,
en que Bolivia se duerma
                                                            en la que es.

Sordo
era el silencio cuando me lo contaste.
Mudo
su nombre cuando la nombraron 
por séptima vez.
Que hasta creí no haber respirado esos segundos.
Las últimas luces
que apagaron aquel capítulo triste de su corazón
                                                                 Butulcof.

Pero no te diste por vencido ni vencida
ni árabe
ni turca
ni judía
y caminaste por sierras interminables
sin aire ni esperanza
desde ese día,
transpirando,
mascando coca,
ardiendo como arena en el desierto
seco de adjetivos
que ni Perlongher pudo,
que ni Perlongher pudo,
que hasta Pedro murió.

Ni Austria-Hungría con sus orientales
ni el lugar aquel donde ella estuvo.
Ni éste
(ni esta copia)
arrastrando un mal recuerdo pero vivo
a la huída de un recuerdo malherido
de una pérdida
que cada tanto te muerde en la garganta
y te lastima.
Te ahoga en el flujo del reflujo.

Pero no hay piel naranja
que pareciera
cubrir su rostro 
todavía. 
Donde las mariposas revolotean
                                                                        su sonrisa
en un país
donde solo los que soportan el dolor
                                                        pueden vivir o se van
quebrados como flores
                                                   por el peso de sus hojas
las exhaustas madres
pasean a sus guaguas (a salvo ella)
con el rencor que deja el abandono,
“ese vil resplandor que esparcen las estrellas
cuando se caen del cielo y se deshacen”.
La pared de los jardines salpicada
por las gotas de paraíso tras la lluvia,
por los haces de una luz 
enceguecida a deshora.
Porque ya estamos grandes
                                                                            pero ves
su sombra entre los párpados de dicha.
En esas noches cansadas 
                                            de fiestas
                                                                        carnavales
donde ya nadie pasa

perfume de un amante sin sol
jadeos
drapeos aromatizantes
                                                                               kayak
el desvío de una nube en primavera
vista desde la ventana de una flor.

Y ella escucha la llovizna entre las chapas
y ya no confunde sueño con deseo
y se hace traer su propia voz

su caricia
su anhelo
su cara
su hija 
mi deseo
y se acuestan 
suavemente en la cuna
las lágrimas de virgen
que dejará libres a la intemperie
por si acaso.

De vacaciones 
esperando.

Diciendo que está ahí, que está al caer,
que está por venir,
que llegó tarde,
que la perdonen,
que repartan los regalos,
(que esta vez hay para todos)
que trajo un mar
                           en un frasquito de vidrio
                                                         que desborda mares

Un mar
para una niña boliviana.

No para que sus ojos se conviertan
                                                                        en azules
                                                     -que quizás los tenga-

sino para que le devuelvan
sus ganas de mirar.


sábado, 29 de agosto de 2020

2 poemas de Giselle Aronson (Santa Fe, 24 de septiembre de 1971)

ELLAS
Se llaman Estela,
Chicha, Delia,
Matilde, Rosa.
Tienen nombres de todos
los que faltan.
Buscan buenos finales 
a las historias
Cuando no los encuentran, 
siguen buscando
Saben de rondas,
de plazas
de calentar la sopa
para el que esperan.
Saben de esperas.
Tienen relojes 
de sol, de sal
de lágrimas
Tienen la bienvenida
a flor de abrazo.
Tienen mil nietos
que no son suyos
y nietos propios
que son de todos
Tienen la vida por detrás,
la lucha por delante,
el sol en la mano
y un pañuelo blanco
en la cabeza.

COMO SI
Esta noche,
mientras afuera
el mundo se prende fuego
en su locura,
cuando haya apagado
todas las pantallas
y caiga
en el paréntesis
de la cama
Voy a agradecer:
mis hijas en la habitación contigua,
mi casa,
los amores,
mi sustento,
el abrazo de él
y la escritura.
Como si
de verdad
no necesitara
nada más.

viernes, 28 de agosto de 2020

2 poemas de Esteban Charpentier (Buenos Aires, septiembre de 1958)

TE CONVIDO 19 VERSOS 
Te convido 19 versos
Para la íntima secuencia de nuevos encuentros
La limpieza necesaria de tanta idiotez protegida
en cajas de entierros fríos
Que menos pasados y más ahoras
sean la receta para mejores tiempos cuerpos
 
Te convido 19 brindis
Descorchando amores
Que aniquilen mandatos y consignas
Un aluvión de risas y sabores frescos
Condimentos especiados de magia
Desenvueltos de vino
 
Te convido a 19 besos
Un ensamble arpegiado y furtivo
De los que eran tus miedos
Y los que eran los míos
 
Te convido a 19 vidas
De frutas frutos y suspiros
Para que cuando todo pase y no deseemos lo perdido
Hallemos en nuestros ojos
La pasión del recuerdo por venir

PACTO SOCIAL O DE QUÉ HABLÁBAMOS CUANDO HABLÁBAMOS DE AMOR
Cuando nos mudamos al tres ambientes
Los dos pactamos algunas condiciones no negociables
Vos pedías que no tirara las toallas al suelo
Que levante la tapa del baño
Que tres veces por semana lavara los platos
Yo pedí tres cosas solamente 
El papel higiénico de doble hoja
El detergente para vajilla original
El café para batir a la mañana
Proyectos juntos eran los mínimos 
Tenernos paciencia
Turnarnos el control remoto 
Domingo por medio asado
Las expensas del departamento yo
La prepaga vos
Un hijo si venía solo
Nada de suegros
Vacaciones en la montaña y en la playa año por medio
Después vos agregaste zumba y jueves de chicas
Yo fútbol los miércoles, domingos y canal Venus
Por eso no fue necesaria la terapia de pareja
El día que decidimos alquilar por separado un monoambiente 
yo ya sabía que cosas ibas a poner en mi bolso 
y también qué íbamos a desayunar cada uno al día siguiente.


jueves, 27 de agosto de 2020

2 poemas de Mariel Monente (Buenos Aires, 5 de junio de 1961)

CANTA

Canta un cetáceo
bajo la mandíbula exquisita de la orbe
pulsa con su voz
el lecho donde retoza la estrella de mar;
los erizos
desprenden sus espinas en un inesperado azul.

En lo profundo siempre habrá, una fosa donde resguardar
tanta oscuridad.

 Canta.
 
No es lo que ves,
la luna en el mar eclipsa su belleza.
 
Un cetáceo comulga con la noche.
 
Mientras nuestro ADN se desteje
y vuelve al agua
flota
bajo su sonar.



EL MUELLE*

                                                                                “Haz que no muera
                                                                                  sin volver a verte”
                                                                                 Alejandra Pizarnik



Nunca acaba el silencio,
callar ineludible contra el que levanto 
letra a letra el lugar donde esperar los barcos.

Desde el nacer construyo este muelle
de niña lo armaba con cañas y barro
amasado bajo un parral.

Los cimientos fueron de llanto
vacío clavicordio sin aire
colores estivales.

El muelle crece 
sobre una playa que me ajena
ya tiene grandes palos enterrados
junto a una casuarina inclinada y mecida.
He construido el muelle
para esperarla               para esperarme.

Sobre la arena 
donde los pies se hunden
crece el agua y rodea el contorno de los dedos.
Pequeño mar la mirada del niño
cuando interroga
a los pies y a su rumor de agua.

¿Por qué he de morir adentro
cuando el amor rompa los diques?

Algunos pilotes son     de savia
de estambre                de corola
son más livianos que un colibrí
ahora         el muelle          vuela.


*Mención extraordinaria
XXXI edición PREMIO MONDIALE DI POESÍA, Reggio Calabria, Italia.2015.



miércoles, 26 de agosto de 2020

2 poemas de Hernán Tenorio (Buenos Aires,1978)

LA LLAVE
tu mano 
anclada en la voz nocturna
destila inquietudes de frontera

se dirimen así crueles latitudes y escombros sonoros 
bocinas de sombreros y petróleo 
caminan mis hermanos el sendero que
la poesía abrió una sucursal en otro barrio

ahora están diciendo cosas 
cosas que no escucho porque escribo esto 

¿siente acaso alguien que mueren los versos y los demás están de fiesta repetida? 

yo me inclino a escribir 
mi mano anclando la palabra aquí y ahora 
porque en toda inmediatez está el fracaso 
la ausencia es todavía dicha 

no espero que me digan nada
sólo ahogo este desierto
sin luces ni ventanas 
la puerta está cerrada 
y la llave 
no sé dónde se encuentra


En: universal pero no abstracto (inédito) 2017


40. 
ya vendrán los fuegos
las antorchas humeantes atravesando las ciudades
por las calles colmadas de clamor
el grito primal de la protesta 
ruge ahora
toda la fuerza de un toro blanco
en noche de magia negra
y el vendaval de puños agitándose 
en el aire enrarecido por el humo 
y los cascos en el suelo
como miles de tortugas muertas en las playas del trópico 
y el fuego 
siempre mágico 
siempre hipnótico y enigmático
hace arder
en gran pira 
todas las mercancías innecesarias 
que acumulan…

el fuego exterminará todo
hasta el lenguaje 
y volveremos libres
otra vez
al refugio tenebroso
de la animalidad protectora    


 En: Revoluciones por minuto (inédito) 2015-2018


martes, 25 de agosto de 2020

2 poemas de Mariela Palermo (Buenos Aires, 26 de febrero de 1985)

TOCÓN DE MUJER EUCALIPTO
Esta soledad
de marioneta estacada 
que llevo,

ahora me mira
desde el bosque enterrado, ahora
un grito me empuja la espalda, ahora
me abrazo al árbol urgente
antes que llegue el viento.

Ahora
nadie supo decirme
por qué no fui arrastrada
con todo lo demás.
Yo que
siempre 
la menos fuerte
la volátil silbadora 
la siempre posible muerte, ahora
alguien dice
que me encontraron 
viva junto al árbol
y a la mujer
que parió mi grito 
de marioneta silbadora.

                                                                          


VETA MUJER
Se escuda la muerte
en las once letras de tu nombre
con un par de delincuentes bajo la lluvia
Y en la sensualidad de la esperanza se desnuda,
divide al mundo en cuadros de Goya.

El ojo se detiene
en la incomodidad del hombre
te recuerda un precipicio de rutinas y te realiza
convierte tu carne
definitivamente
en corteza fundamental del mundo.
Ambos dibujos en écfrasis
con las poesías por el escritor  Matías Bonfiglio

lunes, 24 de agosto de 2020

2 poemas de Oscar Vicente Conde (Buenos Aires, 18 de diciembre de 1947)

OFICIO
La casa.
El camino.
La noche que se desespera por llegar.
El silencio.
Los pájaros cabizbajos.
Una canción lejana.
Los pasos.
La mujer desnuda en el cuarto amarillo.
La respiración.
Los aromas.
Las ventanas que esperan a los visitantes.
Uno tras otro.
La soledad.
La noche que insiste.
La escasa luz.
El cansancio de las piernas.
El temblor de las manos.
La entrega.
El agua turbia.
La noche que se enfurece frente a la puerta.

La casa que tiembla.
Los pecados.
La noche que entra y la mujer que no resiste.
Los visitantes que llegan.



NOCHE
La noche tiene ojos
de tigre abandonado
y un Dios distraído
que perdió las manos
dejó de llorar sobre las nubes
guardó silencio

la noche tiene pesadillas
como si fuera un humano
oculto en un pozo

y los otros humanos
dejaron de buscarlo
entre las tinieblas

la noche es solitaria
se refugia bajo la piel de los inanimados
palpita indecisa
se roba las ilusiones de los andantes

la noche es un monstruo resignado
no tiene nombre
ni un rincón para yacer

la noche se asemeja a la muerte.

domingo, 23 de agosto de 2020

2 poemas de Cristina Peri Rossi (Montevideo, 12 de noviembre de 1941)

 CAUTIVERIO

Ah qué mórbida
te mueves
puma
pugnas
por atravesar
la jaula del jardín
donde te he encerrado
entre espejos fríos
                    para que no te vayas,
                    para hacer poesía.

LOS EXILIADOS

Persiguen por las calles
sombras antiguas
retratos de muertos
voces balbuceadas
hasta que alguien les dice
que las sombras
los pasos las voces
son un truco del inconsciente
Entonces dudan
miran con incertidumbre
y de pronto
echan a correr
detrás de un rostro
que les recuerda otro antiguo.
No es diferente
el origen de los fantasmas.