miércoles, 18 de noviembre de 2020

2 poemas de María Eugenia Fernández (Buenos Aires)

 ENFERVORIZADA

Mi voz perlada de desencanto

retumba en los recovecos de mi alma

perseguida sin mayor fin que

tu presencia, incluida en resquicios

de temor y muerte.

 

Salvedades a parte, la idolatría muere

y no puedo precisar mi propia insignificancia.

 

Luz de mi ser, oscuro y lejano,

arte de palomas ateridas,

sarcasmo que enrojece las mejillas,

clara cúpula del desconocimiento.

 

Poder mirar y no ser

poder alcanzar y no ver.

 

Con tus brotes reclinados en la espera

me desea el corazón una certeza:

es lubrica, azucena y jazmín:

no quiere volverse carmesí.  

 

Quizás abarca el odio,

quizás, la premura la llama y la  erotiza,

suplica es fervor, es avaricia,

clara consistencia del error.

 

Pecho esgrimido en sano amor

en tristes odios se trastoca,

pétalo feliz, flor luminosa,

claro desentierro de un nacimiento.


LOCUS AMOENUS II

Todo el patio lo parece.

Llamo patio a la selva

que se imprime al lado

de la casa.

En el semicírculo cuadrado

que es la vida.

Emily se para y dirige

su mirada hacia mí.

Su sonrisa alimenta al sol.

Delante de ella,

un hornero y un gorrión,

espectadores ajenos

a su belleza.

Por varios segundos,

la contemplo:

sus ojos, de cachorra insumisa,

devuelven el sentido a las cosas.

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