Agosto maltrecho.
Lo único que la asustaba
era el viento
salvo ráfagas de un vaya a saber por qué
ella brillaba desde el oro
extraído de sus palmas
siempre abiertas.
¡Si supiera que en estos días
no sólo los fuertes aires climáticos
devastaron su lugar!
el que abrigó de lana y sepia
hasta la caricia áspera en ovillos secretos.
Hoy la casa está huérfana
de su perfume a jazmín.
El resto, muta en estaciones
porque yo también heredé temores
no de viento
sí, de quietud.
Su taza de té en escarcha alimonada
sus pañuelos en todos los bolsillos
¿Para qué? Si las lágrimas rumbeaban en otras texturas
Los tantos objetos, cosas, cositas, cosos
emparches para los
por las dudas
ahora gobernando la inacción.
El jardín amenaza enmudecer
pétalos que huyen en cámara lenta
muy lenta
durante las noches en demolición.
Fotos guardadas con cerrojo
para que el ayer no ronde
pero esté presente en el vaho
de aromas y sinsabores.
Su lápiz labial furiosamente sangre
asoma la herida
de un agosto maltrecho.
Todo tapadito
bajo mantas
y mantras
tal vez su pacto para
que nadie sufra
en un hoy golpeando acertijos.
Las campanadas del antiguo reloj
se detuvieron a las doce
mientras la respiración se despedía en fragmentos
por entre sus manos y las mías.
La ciudad sigue igual
como la casa
ahogada, de tanto mar
y de tanta ausencia
¿El viento?
La trae a veces
con la sonrisa mansa
parece que yá no la asusta.
"Te hablo de la palabra que se enfanga en el olor de lo inmediato”
Paul Auster
Contrapunto
Se aleja
y va quedando la espuma
babas
en una escollera frágil
montoncitos estériles
invernándose
en el sur de la ciudad infeliz
ahí nomás
finitud de edificios despoblados
reflejan el llanto acido
mientras el robleincienso ronronea
entre oleajes
que no quieren bailar en lunes.
Y las manos, todavía
agitando un pañuelo invisible.
Se asombra
¿Adónde me lleva el agua?
Ahogada en imágenes tierra
reseca
de un ayer sin salvavidas.
¡Mala para el cofre que se divisa!
en el todo celeste
tal vez, un secreto marino.
Va y vuelve y va y
vuelve el latir
acaso bombeo
resuena
debajo del mar
hasta atardecer
tímpanos
y decapitar el ritmo
¿Enmudeció el corazón mío?
de no desprenderse
el grito en va [no]
el vuelve [me]
complicidad
de marea en préstamo.
Y las manos, todavía
revoloteándo un poema incomodo.
Se hunde
bostezos en adioses sumergidos
por otras latitudes
ceremonia
que silencian los gorriones
y un puñado de miedos
dibujan en la arena
la caricia
tal vez
a instancias
de un reencuentro.
Ritual
flores blancas
para la despedida
se desarman del robleincienso
hasta mutar en un punto
su gigantez.
Hay voces en la playa
cada una en sus cubículos vida
vida viuda vira viaja
último pasaje parsimonioso
en madera y polvo.
Y las manos, todavía
tapando el rostro agosto.
La llorona de los pueblos
cachetea la mañana
en la orilla
desconsuelo
ya casi no veo el mar.