miércoles, 21 de octubre de 2020

2 poemas de Andrea Sosa (Córdoba, 4 de febrero, 1973)

 Ambos poemas pertenecen al libro En el río índigo (Ediciones En Danza).

OPRESIVO
Acomodo la cama para la siesta y afuera mucho calor.
En la cocina fumás, en sobremesa.

Dejo la ventana abierta, el sopor 
aplasta, va deslizándose,
por el jardín de cañas, laureles 
y marías
desbordando los muros, y entre el césped provoca una brisa, que introduce
este olor de vértigo, al cuarto.

Espero esa brisa que entre
antes de acondicionar el aire, justo venís
..
afuera las ropas en la soga empiezan a volarse la luz cambia y se nos cae el cielo,

las plantas huelen a furor, se mecen, salgo por la ventana abierta, voy desnuda
–estaba ya en la cama pesada, de la siesta–. 
De un salto empiezo a juntar todo,
caen gotas, y las plantas se sacuden 
en medio de una feroz luz amarilla  con el auguroso viento -que se viene-.

Salís, juntás la ropa conmigo y enseguida .. me tocás mientras descuelgo la soga
–¡aguantá! –pienso
y no lo digo.
Me aquieto, en el ciclón y tus dedos 
murmuran
debajo de una ropa que aprieto, contra el pecho 

deslizamos las telas sobre sillas 
- se nos vuelan -
caen más gotas, y el calor es insoportable,

toco tu labio con dedo brizna

las plantas me rozan, al doblarse, 
me enredan el pelo, ondulando,
bajamos
al pasto y las plantas con nosotros
bajan, inclinándose y llenando  
de olor denso, anticipando la embriaguez,
donde este pasto ancho en que me estiro, me acaricia junto a las puntas de hojas como dedos
frescos y ásperos, doblándose, hacia mí, 
- igual que son tus manos, cuando atrapan – 
Crepitamos…

tu dedo en el jugo de mi boca, la lluvia mojando

tu espalda, más y más y vos que tapás mi cuerpo, te hundís en mí, como en un barro dulce
 firme,

y yo te abrazo.




BURUNDANGA

Cuando nos cogemos
con ese fuego rico, misterioso
–y algo más hay, aunque no detecto qué es– pienso entre sueños, antes de dormirme
o despertándome de golpe
–¿Qué relación, transversal al tiempo tendremos
que así nos acercamos, carnales por la noche?–

Algo no obvio
subyace, lo siento, entredormida
y me pregunto si eso... ¿nos llueve o nos seca, en un vendaval de flores?
¿Nos sacia? ¿O se bebe el tiempo
vacío,
el desenfoque de almas ambulatorias, que se escapan del cuerpo?
¿Y vuelven al encontrarnos?
..
Sin saber a qué distancia temporal es que nos conocimos,
si juntos más que separados, desde que época ignota, dispuesta en las almas
envuelta en seda del corazón, escondiéndose
en órdenes infinitos de los cuerpos

¿O será solo el apego a la sustancia propia de estas caricias
que está –solo quizá– algo más cerca del centro?
 
...
Seguro está más cerca
que esta casa alquilada y que el trabajo no hallado, que el espacio en desorden que no acierta las formas,
que el encuentro y desencuentro recurrente y que los abrazos apurados
y estas preguntas, frente al I-Ching cerrado, hablando en negro y en silencio
...

¿Será que el vínculo de los cuerpos es algo que ocurre  más acá, de lo que están de mí las hojas de las cañas raspando lo no dicho? ¿Algo de lo que pasa estando juntos pasará más acá que lo llorado
hasta tener estas quebradas 
estos surcos de mi cara, que parecen de siempre?

En la vorágine del vértigo encuentro tan real lo que tenemos
..
más que todo
más que las visitas
a realizar con las palabras, la llave
la paciencia, a tiempo, y que los hábitos
–que se estiman necesarios, aunque a veces habría que retirarlos
del camino–

Me confunde
que parezca, lo que somos juntos, más verdadero que el impulso de levantarse en invierno antes que el despertador, porque
sabemos
qué hacer, a dónde ir, si quedarse o si continuar,

me preocupa, la verdad
que los recuerdos y la imaginación, saliendo sin estética, por la boca, sean
a medida que pasamos más tiempo cerca
una entre millones de visiones
surrealistas, una entre miles de ocurrencias meramente casi místicas
para nada… 

¿Será que un vínculo trasciende
y que hay un sentido en sus movimientos?
–Más cierto que un pastor con sus ovejas en el despojo inmensurable del silencio -sentencia una voz.

–¿Y más que las nubes sin hablarnos hoy y siempre
y el sol gritando en cambio y hasta en invierno haciendo crecer lo que existe?

¡No debería poder
ser más real que el agua, corroborando que sentimos,
ni que esta arcilla, callando su sueño 
de colores comunes!

..
o que la hoja en blanco, que habla y habla y yo
que la iba a escribir hace mil años, le suplico un rato
de silencio
..

donde llegar y ver
el corrimiento de los pétalos en su aroma oculto, de hoy extraviado en el poema, que existía ya
en la corola guardada del momento.

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